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EL PAN AL REVÉS, CUCHILLOS CRUZADOS, VINO DERRAMADO… CUANDO LA SUPERSTICIÓN SE SIENTA A LA MESA

Desde la noche de los tiempos, las supersticiones forman parte de nuestra vida cotidiana.

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Libaciones en la antigua Grecia

 

¿Debemos tener miedo o temor si derramamos sal sobre la mesa? También si cruzamos los cuchillos so pena de provocar el mal de ojo, o si depositamos el pan boca abajo sobre la mesa o lo devolvemos a la panera? Las supersticiones nos acompañan en nuestra vida cotidiana desde siempre. Dictan comportamientos, factores de cambio y mala suerte en el futuro (el mal fario).

Para otros, se trata de tradiciones desfasadas, que provocan  risa. Sea lo que sea, cada cual tiene su propia opinión al respecto.

No deposites el pan en la mesa boca abajo

Los panaderos en Francia ponían un pan boca abajo para diferenciarlo de los otros panes, rememorando al “pan del verdugo”, asociándolo al hecho de la muerte, a la maldición y a la mala suerte. Los verdugos eran socialmente rechazados, viéndose obligados a casarse entre ellos; estaban mal vistos y mal considerados por lo que una forma de distinguirlos era poniendo el pan que iban a adquirir boca abajo. Desde entonces, aquellos hogares en los que no se respetaba esta costumbre, sus mujeres eran sospechosas de ser prostitutas. Y, a pesar de su origen remoto, aún hoy se recuerda la historia y su sentido..

Otra superstición que hace referencia al pan, es la de no cortar el pan. En la religión católica, Cristo se presenta bajo la apariencia del pan. Cortarlo, significa herirlo, por lo que se prefiere romperlo.

Beber mirándose a los ojos

Tradición que se remonta a la Edad media, en la que compartir la bebida implicaba mirarse a los ojos asegurando de este modo su honestidad al hacer chocar sus copas entre sí con fuerza y sin dejar de mirarse, así, de este modo las gotas de vino que se derramaban en la otra copa (por la fuerza del choque), si contenían veneno, con ánimo asesino,  obligaba a mirarse de forma fija (sin perderse de vista). También la gente se persigna (hace la señal de la cruz) para evitar/prevenir los malos augurios (presagios).

Evitar cruzar dos cuchillos

Se desconoce el origen de esta creencia popular. Cruzar los cuchillos exacerba las disputas.

Esta superstición equivalía en la Edad Media a “cruzar las espadas”,  (el hierro). Los hombres de la Edad Media arreglaban sus disputas batiéndose en duelo con el cruce de sus espadas.

Derramar la sal sobre la mesa

Se sometía a látigo a los salineros que derramaban la sal.

En Francia, derramar la sal sobre la mesa equivalía a echar a perder un bien precioso y preciado.. El origen de esta superstición se halla muy lejano, exactamente en la Antigüedad.

Muy útil en aquél entonces para conservar los alimentos, hasta el punto de que se latigaba a los salineros que la tiraban. En ciertos países mediterráneos, esta superstición se refiere al aceite de oliva, también precioso.

El ajo protege contra la mala suerte

El ajo siempre se utilizó para evitar la mala suerte, por su mal olor, olor tan fuerte que ahuyenta la mala suerte. Cabe a este respecto recordar la protección del ojo frente a los vampiros. También formó parte de los primeros medicamentos que permitieron curar en aquella época, numerosos males.

Quedar a las 13 horas para comer

Nunca, nunca quedar a esta hora para comer, ya que de hacerlo ello haría venir al diablo.

Esta superstición hace referencia a la Última Cena, a Jesucristo y a la traición de Judas. Para evitar malos presagios, para evitarlo se añadirá un catorceavo cubierto a la mesa, para un invitado sorpresa. En la obra de Laurence Caracalla se indica que: “las mujeres de la casa detestan tener 13 invitados, por la simple razón de que su servicio lo componen 12 servicios, que aseguran la armonía de la mesa. Todo objeto cortante era signo de amenaza y de peligro, ofrecer un cuchillo venía a ser como “cortar un lienzo o una amistad”. Para evitar este conflicto, la costumbre exigía que la persona que recogía el cuchillo, lo cambiaba por una moneda. No se trataba pues de ofrecer un cuchillo sino de intercambiar algo de valor, conservando bien los lazos de amistad.

Derramar el vino sobre la mesa

Derramar el vino, el champán o alguna bebida alcohólica sobre la mesa, es presagio de dicha, felicidad y prosperidad. Superstición que se remonta a la Edad Media, en la que se celebraba la fiesta sin preocuparse de quién era el propietario de la mesa. En la actualidad en cambio, nuestro anfitrión aprecia  enormemente el mantel blanco, impoluto pese a que le pueda traer mala suerte…

Bibliografía:

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