De Phillips-Wolley, Clive, 1854-1918 – The book: “Savage Svânetia”., Dominio público, Enlace
En Morey-Saint Denis, en Côte de Nuits, el bodeguero y empresario Frédéric Magnien guarda una parte de sus vinos en tinajas de barro cocido. El sabor a cambiado con ello.
Frédéric Magnien persigue un ideal. Desde hace uno veinte años pone todo su esfuerzo en disminuir la brecha existente entre su vida diaria como bodeguero y su sueño anhelado de lograr un vino que sea el fiel reflejo de su terruño (terroir). Una hermosa idea cercana a la intención artística. El logro de esta visión le ha exigido ajustar de forma sensible su manera de cultivar el terruño.
Tradición y referencias
No es nada fácil cambiar el orden de las cosas cuando ante uno, existen cuatro generaciones de viticultores que han marcado el terruño determinadamente con sus improntas y hábitos. En Morey-Saint-Denis (Côte-d´Or, Frédéric Magnien se ha hecho adulto en dos hogares distantes, el de sus padres y el de sus abuelos. Con ellos da sus primeros pasos, se impregna de los diversos climas, en las parcelas cuyos límites son más geológicos que culturales. Y es gracias a ellos que hoy lee el paisaje como un libro con historias e cosechas sucesivas y de pasajes de relevos.
Viajes alrededor del mundo para descubrir las viñas californianas y australianas que forjaron su experiencia internacional. Para impulsarse, a los 26 años, Magnien se lanza al mundo de los negocios y funda la marca Frédéric Magnien, realizando negocios en común con explotaciones locales. Se pone al frente del negocio familiar, haciéndolo rentable facilitando emprender algunos riesgos financieros.
En el año 2008 es presidente del domaine Michel Magnien, suntuosa unión de tierras que suman 18 hectáreas, a modo de continente borgoñón, en el que se reparten y distribuyen Grands Crus, Premiers Crus, Villages y AOCs regionales. Todo ello basado en una viticultura biológica, suprimiendo pesticidas e insecticidas. Dos años más tarde, con la biodinámica, logra la unión de la planta con el terruño, toma conciencia de la importancia de las raíces de la planta. Fruto y flor, incidencia de los ciclos lunares y solares sobre el cultivo y la vinificación, la guarda en tinajas y todo el ritual respectivo al que los equipos rinden pleitesía.
Un camino, una vía radicalmente diferente
En 2015, Magnien es el precursor de realizar la guarda del vino en tinajas de barro cocido. Técnica que muy pocos bodegueros practican en Côte d´Or, en la Borgoña en general y en côte de Nuits en particular. De forma alineada de a dos, suman 200 pequeñas tinajas de 160 litros y de 36 otras con una capacidad de 320 litros y de 750 litros le confieren un aspecto a la bodega de cerrado románico antiguo. ¿Cuál es el interés de esta elección?
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Los motivos
¿Cuál es el interés de esta elección?
“Yo buscaba un recipiente que facilitase la microoxigenación sin transferir ningún sabor extraño y preservar los aromas del vino. Y, el único que lo permite es el barro cocido..
La expresión del terruño y de la uva no se modifican como ocurre en el caso del roble. Permite que se revelen con una gran pureza. Es la gran diferencia con respecto a la barrica de roble. Todo mi anhelo es conseguir estar lo más cerca posible de la uva.”
El roble siempre influye en el vino pudiendo maquillar el sabor por su capacidad aromatizante. En la Borgoña, durante la década de 1990, se abusó de este carácter, aunque en menor proporción que en Burdeos. Sin duda, la influencia del crítico Robert Parker se hacía sentir. El mercado reclamaba vinos con cuerpo, con roble, y los viticultores y bodegueros produjeron con arreglo a esas indicaciones. Cuando sólo se comercia, lo que se desea es vender.
Magnien no juzga los excesos pasados, es algo que no le corresponde hacer. Apunta una nueva vía, radicalmente diferente, que consiste en producir un vino lo más fiel posible a su terruño. El aficionado no sabe reconocer siempre estos aromas, el de un pinot noir criado en una tinaja de barro. Les hago la prueba del psicólogo, suavemente, atraer dulcemente hacia estos nuevos sabores y paladares.
Un pequeño experimento
Para ilustrar su propósito y darle al no iniciado una pequeña idea de su vino, el Bourguignon propone una degustación de 4 muestras de la cosecha del 2018 de su Clos de la Roche, de la AOC (D.O.) Grand Cru de la Côte de Nuits.
Las 2 primeras se crían al 100% en la tinaja de barro y no muestran diferencia alguna entre ambas, potentes y profundos con expresión muy directa, neta y propia de aromas con frutos negros y rojos. El barro cocido cría un vino más nítido que la barrica de roble, se prolonga en boca y retiene el sabor en el paladar.
Seguidamente se cata una muestra del mismo Clos de la Roche 2018 criado en barrica de roble. Parece un vino con velo, aportado por el roble que hace difícil por no decir imposible distinguir los aromas tal y como se percibían en las muestras precedentes de la tinaja de barro.
Finalmente, Frédéric Magnien presenta una última muestra compuesta por el ensamblaje de vino de tinaja (32%), de jarra (33%) y de barrica de roble (35%).
“Generalmente, esta muestra es la que el degustador prefiere. Encuentra toques de roble pero puede apreciar plenamente la frutosidad de la uva. En realidad dispone de lo mejor de dos mundos.”
Creando tendencia
Frédéric Magnien elabora sus vinos con ensamblajes procedentes de distintas crianzas, el 10% procede de barricas de roble para conferir el sabor a madera. También elabora vinos 100% criados en tinajas de barro como el Morey-Saint-Denis Mont Luisants 2017, con tan apenas 700 botellas anuales. Un vino “unicornio”, como dicen los americanos al referirse a estos vinos muy raros.
¿Cómo van a envejecer los vinos en la barrica de roble? Frédéric responde que “Cuando la alquimia es buena, el envejecimiento es bueno”. La técnica de crianza desarrollada por él excluye ciertas formas de compensación con cosechas menos favorecidas.
Esta experiencia ya tiene adeptos entre otros bodegueros, tal y como es el caso de François Pinault, en Morey-Saint-Denis, con su Clos de Tar, de su propiedad que ya ha adquirido algunas tinajas y jarras.