El advenimiento de las cervezas sin alcohol ha hecho que algunas neuronas se nos activen preguntándonos si esta bebida fermentada sin alcohol engorda menos que su forma clásica.
¿La cerveza sin alcohol engorda?
La pregunta parece lógica puesto que una cerveza sin alcohol no puede sobrepasar los 1,2º de alcohol, aportando por tanto, menos azúcares y también una menor carga calórica.
Antes de responder a esta cuestión, hay que dejar claro que la cerveza en sí misma no engorda. Su composición es a base de agua, cereales (glúcidos), levaduras y alcohol. No es excesivamente calórica puesto que supone unas 20 a 25 calorías por 100 ml.
La imagen de barriga cervecera que soporta esta bebida, depende de 2 aspectos:
- La cantidad ingerida, no siendo lo mismo tomar una caña que una jarra tipo pinta.
- El acompañamiento.
30% al 40% de calorías menos. La cerveza sin alcohol engorda, pero no tanto.
Si tienes sobrepeso, eres obeso o tienes un hígado graso debes elegir una cerveza sin alcohol.
En comparación con una cerveza de 5º, la sin alcohol tiene entre un 30 y un 40% menos de calorías. La cerveza sin alcohol engorda, pero no tanto.
Y si además las cervezas sin alcohol contienen menos azúcares que las clásicas, todavía más va a depender del tipo de proceso de elaboración y de su composición.
Así, algunos maestros cerveceros pueden añadir azúcar o jarabe de glucosa y como nadie impone especificar los ingredientes en la etiqueta, el contenido calórico puede ser mayor al indicado.
Respecto a las cervezas aromatizadas que se venden en las grandes superficies comerciales, a las que se les suele añadir jarabe de azúcar, es recomendable fijarse bien en la etiqueta ya que el azúcar suele ser el segundo ingrediente alimentario, con 5 grs de azúcar, una concentración, por cierto, bastante elevada.
Beneficios idénticos
La versión sin alcohol es menos calórica. Pero todo depende de la cantidad y de los acompañantes ingeridos.
Una cosa es cierta, con o sin alcohol, la cerveza presenta siempre los mismos beneficios. Aporta agua, minerales (potasio y magnesio), vitaminas del grupo B muy beneficiosos para el cabello y la piel, si bien siempre, en cantidad razonable.
Los nuevos ingredientes de la cerveza son la quinoa y el trigo sarraceno.
La pequeña gran historia de la cerveza
Una bebida femenina pero considerada masculina. Con un consumo que no cesa de aumentar desde el año 2015, en Francia supone unos 32 litros por año y habitante. Considerada cada vez más como un producto artesanal con imagen popular que algunos la hacen masculina tanto en su producción como en su degustación. Una idea contra la que el círculo Bierissima, que agrupa a las mujeres de la cerveza que pone en valor sus conocimientos y labor, rompiendo el mito de cerveceros pasándolo al de cervecer@s.
En la Petite encyclopédie de la bière* recuerda que tanto en su origen como en su desarrollo fue siempre un oficio femenino. Por ejemplo en la Gran Bretaña medieval, las “ale wives” (esposas de la cerveza) se distinguían por sus productos. Los aficionados acudían para degustar directamente sus cervezas, en los “public houses”, sin duda los ancestros de sus famosos “pubs”.
De forma más remota en el tiempo, en la Antigüedad, en la Mesopotamia, la elaboración de la cerveza era una actividad doméstica reservada a las mujeres que a la par que producían pan sólido también elaboraban pan “líquido”.
En la actualidad existen maravillosas “brasseuses” que trabajan en femenino singular para el plural de l@s amantes de rubias, morenas y castañas, más allá de si la cerveza sin alcohol engorda o no.
Enlaces relacionados :
*Petite Encyclopédie de la bière de Elisabeth Pierre. Éditions Hachette Pratique. 322 páginas, 17,90€. 2021.