Estilo de Vida Vinos

EL VINO, EL “SOFT POWER” PARA CONQUISTAR LA GALIA

De Daniele Florio from Rome, ITALY – Ancient Bar, Pompei, CC BY 2.0, Enlace Pintura representando la vendimia en Pompeya, recuperada de un termopolio.

Vamos hoy a contaros algo sobre la otra historia de dos culturas antiguas mecidas bajo el signo de la vid.
Roma no esperó a que las legiones del César penetraran en la Galia. La república primero y después el imperio fueron colosos económicos y titanes militares. Valga como ejemplo La Ruta de las Ánforas con sus mercaderes del vino y la más que abrumadora influencia comercial de la antigua Italia. Ello se debe a que en la antigüedad la gente no tomaba a la ligera esta bebida fermentada. Popularizada por los griegos, la bebida se disfrutaba blanca, ahumada, picante o salada, pero siempre diluida con agua. Beber el néctar divino puro, a la manera de los galos, caracterizaba al bárbaro. Ahora la Galia pedía más de esta poción mágica, que era al mismo tiempo una bebida de culto y una bebida festiva. E Italia regaba las mesas galas.

El ánfora precedió a la espada en la Galia

Se organizó así en el mundo romano todo un sector económico, de escala protoindustrial, en el que dominaban, durante un tiempo, en situación de cuasi monopolio, los inmensos viñedos y los gigantescos talleres de La Campania, Lacio y Roma: La Toscana. Y no hay vino sin su recipiente icónico: el ánfora. Los romanos perfeccionaron este tipo de recipiente dedicado al almacenamiento y transporte de productos líquidos que, alcanzado su máximo grado de innovación, presentaba una forma esbelta, tan estable como sólida, con una capacidad de 25 litros. Una maravilla logística: este modelo de ánfora podía apilarse hasta en cinco filas en las bodegas de los barcos mercantes. Las enormes exportaciones italianas inundaron la Galia, para gran deleite de los arqueólogos (y de los antiguos galos) que estudian los pecios cargados de ánforas, los restos de almacenes y los recipientes para banquetes. Desde el palimpsesto* del territorio se va perfilando una red de rutas comerciales, tanto terrestres como fluviales, a lo largo de los yacimientos motivo de excavación. En Auvernia, cerca de Gergovie, el oppidum de Corent** representaba uno de esos mercados típicos donde fluía el néctar italiano. Los equipos del arqueólogo Matthieu Poux han identificado más de 50 toneladas de ánforas cuyos cuellos conservan la marca de los talleres romanos que las produjeron, garantía de calidad y de origen controlado. Al menos, cuando no se trataba de picratos falsificados disfrazados de los elixires más buscados. En toda la Galia se consumieron más de 100 millones de ánforas de vino romano en el siglo anterior a la conquista cesárea. El ánfora precedió a la espada, el vino fluyó antes que la sangre.

Dominio público, Enlace

Par David ROMEUFTravail personnel, CC BY-SA 3.0, Lien La puerta del Santuario Arverni de Corent después de la puesta del sol y con la luna creciente.

Como complemento útil a esta investigación arqueológica, continúa con “Cuéntame la historia”, una sesión divulgativa en la que Guillaume Perrault y los historiadores de la antigua Roma Alexandre Grandazzi y Dimitri Tilloi-d’Ambrosi profundizan entre bastidores en las campañas galas de Julio César. La oportunidad de recordar que la influencia comercial romana se extendió también a las monedas en circulación y al modo de vida grecorromano, que había impregnado en gran medida el territorio de las actuales Francia y Bélgica antes de la irrupción del procónsul de las Galias. Todo un “soft power” anticipativo, ¿qué nos recuerda todo esto?
Vino en la Antigua Roma – Wikipedia, la enciclopedia libre

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La fotografía

Autoría : Helena Ayape Guisán

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