Estilo de Vida Vino

EL VINO DEL DESIERTO

bodega del vino del desierto

Bodega Vino del Desierto

El pueblo de Lanaja está en un agujero rodeado de un saso (terreno pedregoso y seco) en el que hay cuevas excavadas en la piedra. Durante la Guerra Civil hicieron las veces de escondidas (escondite) y después se convirtieron en bodegas. Fernando Mir, fundador de la bodega ‘El vino del desierto’, recuerda que de niño su padre le decía: «Zagal, coge el porrón, ve a la cueva y saca el vino». En el siglo XIX en Los Monegros había cerca de 6.000 hectáreas de viñedos. Existía una gran cultura vinícola porque era un producto de autoconsumo.

En plena comarca de Los Monegros la bodega Vino del Desierto lleva ocho años de producción selecta, con dos referencias: Sed (tinto) y Duna (blanco).

Lo que empezó como una pequeña viña y una bodega de garaje con dos depósitos, una barrica y el vino para autoconsumo surgió su primer caldo, el vino Cueva de Mir, después Cueva de Monegros para quedar en el Vino del Desierto y todo ello frente a la casa familiar en un saso con muchas cuevas, en el año 2012, al lado del Canal de los Monegros con el ánimo de recuperar la tradición vinícola monegrina.

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La bodega cuenta con seis hectáreas de viñedo junto a la sierra de Lanaja, cerca de Alcubierre.

Se trata de una explotación modesta, con perspectivas de verse ampliada, produciendo caldos que son el fiel reflejo del paisaje y de sus contrastes.

Con un bajo rendimiento por kilo, con una baya pequeña se producen vinos muy expresivos con una gran concentración de azúcares, de gran potencia, que los define singularmente.

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embalse de la Sotonera

Embalse de la Sotonera

Con variedades muy adaptadas al terruño, como la garnacha para el tinto a la que sigue la mazuelo o Cariñena y como representante foránea, la syrah.

Con una producción de unas 6.000 botellas de Sed y cerca de 3.000 de Duna, pero con una previsión de alcanzar las 15 a 20.000 botellas, pero no más.

Duna, con garnacha blanca, con algo de alcañón para darle matiz a las que se añade macabeo para conferir acidez al ensamblaje. Vino con magnífica estructura y garra. El 80% de la producción se vende en Aragón, en una tienda especializada y en restauración de gama media-alta. También se distribuye a pequeña escala, en Alicante, Bilbao y Madrid.

De Fernando Mir Casaus depende prácticamente todo, desde la viticultura, la poda de invierno, la enología en bodega, la distribución comercial, las visitas de enoturismo en las matinales sabatinas, un todólogo en suma. Y todo ello en el marco del proyecto Vignerons de Huesca, cuyo inicio tuvo lugar en Aínsa, uniéndose posteriormente Ayerbe, Monzón y el Somontano. Bodegueros pequeños con similitud en la forma de hacer pero que producen vinos muy diferentes que están presentes en más de 50 establecimientos de la provincia.

Con una pluviometría de unos 250 litros al año de precipitación media, a excepción de este año en que la primavera resultó sumamente lluviosa,  y a falta de tres meses para finalizar el año ya andan en unos 280 litros (en 2019 fueron unos 190), este es año de bienes.

Haciendo memoria, hay que recordar a las mujeres “canalistas” del lugar que en 1915 realizaron una marcha a pie y en carro hasta Huesca reivindicando la finalización de las obras de regadío alejando de sí, el secano y el hambre familiar.

A modo de curiosidad, en Lanaja tienen lugar carreras de humanos y caballos, con ventaja para los primeros.

¿Qué hay que ver?

La Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, el pozo de hielo y los pueblos de colonización Cantalobos y Orillena. El bunker con visión de 180º.

¿Qué comer?

Mondongo monegrino, miel cruda (sin pasteurizar) La Manadilla.

abeja libando una flor

 

miel

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uva alcañón

Uva alcañón

laguna de Sariñena

Laguna de Sariñena

A disfrutar.

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