La versión femenina del capón, con un engorde que dura menos tiempo, tiene una carne sumamente tierna y una piel crujiente sabrosísima. La cuestión está en que vino va a acompañarla para lograr un maridaje delicioso en estas próximas Navidades.
¿Qué vino elegir para un plato festivo? Con su carne muy tierna y su piel crujiente, el pollo es a menudo extremadamente sabroso. El artículo de decataencata.com te lo intenta aclarar.
Un sencillo Saint-Amour elaborado en el corazón de Beaujolais, la ciudad de Saint-Amour-Bellevue, a su alrededor se extiende un viñedo de unas 323 hectáreas, en la que al parecer, de un soldado romano convertido y bautizado en ese lugar, tomó su nombre, en cuyo terruño nace y se disfruta este caldo y este pollo que servido con su propio jugo y con un dauphinois gratinado (con manteca y tocino) que le confieren untuosidad y textura. De la uva gamay nace este vino tinto sencillo propio de Beaujolais, el Saint-Amour, en el que la frescura y la frutosidad en un breve abrazo, (de todo lo más de entre uno o tres años de duración), para que su jóven expresividad no decaiga y mantenga su delicioso encanto. En la gamay tinta destacan sus notas afrutadas (frambuesa y fresa) y florales (violeta y rosa).
El Esprit de séduction cuvée de Pascal Berthier, es una expresión de equilibrio, frescura y estructura propia del lugar.
Moulin-à-vent Clos du Grand Craquelin Rouge del Château des Jacques, con aroma a cereza, especias dulces, café y tabaco rubio, muestra finura en boca con taninos finos abundantes y una persistencia final que acompaña a la carnecita magníficamente.
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También los blancos con verdejo (Rueda), como el Transistor y los tintos con merlot, como el Semele 2018, un Ribera del Duero con Merlot y tempranillo a 9,50€, ambos le van al plato como anillo al dedo.
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