Brillantes, sumamente educadas, socialmente influyentes… Con todo a su favor, y a pesar de ello, cada vez más mujeres ejecutivas se están hundiendo en la adicción al alcohol.
¡“El día que me di cuenta de que tenía un problema con el alcohol, ya era demasiado tarde”!, es el comentario de Laurence Cottet, autora del libro Non! Me detuve*. Durante más de diez años, esta ex directiva de riesgos, de una famosa empresa de obras púbicas, fue alcohólica. Con 35 años, esta mujer con una brillante carrera perdió a su esposo. Luego fue presa de la adicción, consumiendo dos y tres botellas de vino al día, hasta que en la noche de un 23 de enero del año 2009 se desplomó borracha ante una convención con 650 altos ejecutivos de la compañía. “Ese día perdí mi trabajo y mi dignidad”. No se trata de un caso aislado, la dependencia alcohólica afecta particularmente a las mujeres pertenecientes a categorías socioprofesionales altas, mientras que con los hombres suele ocurrir lo contrario. Las mujeres directivas muestran el mayor porcentaje de consumo de riesgo de alcohol (casi el 12%), por delante de trabajadoras (8%) y vendedoras y oficinistas (7%).
El alcohol como cultura corporativa
Cenas, viajes de negocios, vuelos de clase ejecutiva, todo un estilo de vida corporativo que multiplica exponencialmente las tentaciones de la bebida con alcohol. “Siempre había una oportunidad para beber, en el sector de la construcción lo normal es beber alcohol, este forma parte de la cultura empresarial y si no bebes, te excluyen”, según explica Laurence Cottet, que en la actualidad es entrenadora, licenciada en adictología y activista de la prevención. “Mi estilo de vida era propicio para beber. El vino y el champán gratuitos y a demanda era moneda corriente y habitual. Dejaba las copas a las 21 horas p.m tras beber unas 6 o 7, para seguir bebiendo en casa”.
En un entorno dominado por hombres, ella era una de las pocas mujeres que ocupaba un puesto de alta responsabilidad. El alcohol se convertía así en una salida, un escape. “Trabajé mucho. La luz roja de la Blackberry seguía parpadeando. Profesionalmente, siempre he sido irreprochable. El alcohol era una forma de aliviar la presión del rendimiento”.
Además de sus carreras profesionales, las trabajadoras de “cuello blanco” de entre 30 y 60 años también reparten su vida como esposas y madres. “Las mujeres tienen los mismos objetivos profesionales que los hombres, pero tienen una carga mental más alta”. Si no alcanzan a hacerlo todo, se sienten culpables y el alcohol se convierte en una forma de escapar”.
Llenar un sufrimiento del pasado
La categoría socioprofesional no es la única causa de alcoholismo entre los ejecutivos. El consumo excesivo de alcohol permite, sobre todo, llenar una carencia, una vulnerabilidad personal. “Muchas mujeres dependientes buscan ocultar el sufrimiento pasado: acoso, violencia doméstica, aborto, duelo, en el trabajo fui acosada sexualmente”, sigue diciendo Laurence Cottet.
Además, no todo el mundo se vuelve adicto. Algunas personas tienen/están en mayor riesgo. Se supone que pueden existir diferencias en el cerebro, según indican estudios al respecto (Dr. Bertrand Naplas, director de investigación del Inserm (Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica). “Mi adicción al alcohol reflejaba la vertiente adictiva que existe en mí. En mi vida, siempre he hecho todo a fondo, tanto en el trabajo como en el deporte, no sabía como parar”, Fumaba mucho, tomaba psicotrópicos, a veces cocaína, muy accesibles en las fiestas que frecuentaba. También experimenté trastornos alimentarios agudos, pasando de la anorexia a la bulimia”.
La presión social
“No engañaba a nadie, la gente de mi entorno lo sabía”.
La adicción es un trastorno que afecta especialmente a mujeres de cuadros superiores, conscientes de su problema, que procuran disimular y esconder su adicción. “Cada mañana, durante 15 años, masticaba un grano de café para disimular el olor a vodka de mi aliento. Y también me perfumaba intensamente”. Laurence Cottet.
Las mujeres alcohólicas están sometidas a una mayor presión social que los hombres. “Existe una estigmatización del alcoholismo femenino. Así, como el hombre siempre será visto como un festeiro como decimos por Galicia, la mujer siempre será vista como una mala madre, como una chica fácil, clichés muy presentes en esta falsa sociedad que nos rodea”. Y es por esta razón por la cual las mujeres permanecen varios años antes de que se descubra el problema. Laurence Cottet contactó con el Hospital de Saint Cloud tras 15 años de sufrimiento en silencio, “perdí mi trabajo, no tenía hijos, marido ni compañero. Una soledad que me animó a buscar solución”. Vi madres que perdían la custodia de sus hijos” explica la actual coach, que ha promocionado una campaña de información contra el alcoholismo d’Addict’Aid, en forma de escape game.
Hoy en día se dedica a ayudar a personas a salir de la adicción y, sobre todo, a la prevención entre la población juvenil femenina.
Un azote durante la vida estudiantil
Según los especialistas, el contacto con el alcohol suele empezar en la etapa de estudiante. En los últimos años, estamos asistiendo a la duplicación de los episodios de alcoholización importante puntual. Al romperse los tabúes (un niño borracho ya no suele sorprender), las chicas se hallan en peligro y en riesgo adictivo y transgresor, en el que las marcas comerciales tienen una gran responsabilidad. Hoy en día, productos como el rosé o las bebidas saturadas de azúcar se hallan envueltas en un marketing dirigido a esta población muy vulnerable.
El profesor Amine Benyamina, llama la atención y apela a los poderes públicos para alertar sobre esta problemática de alto riesgo. El alcoholismo femenino es un azote preocupante, en el que se halla en juego la salud pública”.
Non ! J’ai arrêté, de Laurence Cottet. Inter Editions, 256 páginas, 2014. 13,23 €.
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Comment l’alcohol détruit la jeunesse: la responsabilité des lobbys et des politiques, coécrit avec Marie-Pierre Samitier, Éd. Albin Michel, 216 páginas, 2017. 15 €.
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