Cualquier vino que se sirva excesivamente frío, lo único que va a hacer es anestesiar nuestras papilas gustativas privando al paladar de sus aromas y sabores.
La temperatura de servicio ideal de un vino va en función de la temperatura ambiente y del tipo y estilo de vino. Cuando hace calor lo que nos pide el cuerpo es tener sensación de frescor, siendo ello aplicable tanto para los vinos blancos como para los tintos. En invierno, en cambio, vamos a preferir algo menos de frescor.
La mayoría de los vinos blancos, dan la sensación de ser algo más vivaces y ligeros que la mayor parte de vinos tintos. Su acidez y sus sabores delicados así como su valor aumenta con una temperatura de servicio inferior a los 10ºC.
Por contra, los vinos tintos expresan sabores más potentes, con menos acidez perceptible, con taninos que pueden parecer astringentes en boca. Una temperatura de servicio muy fría corre el riesgo de aumentar esta sensación de astringencia y bloquear el desarrollo de la riqueza del sabor. Por ello se sirven a una temperatura un poco más cálida, entre 14 y 18ºC, pero no mayor.
Ningún vino, sea blanco o tinto debe servirse a menos de 6ºC.
MUSICANDO
- Saltamontes: Tus programas favoritos de RNE, en RTVE Play Gail Swanson desde Hawai 3.02.2022