El temor está fundado, enorme producción que a buen seguro será excedentaria.
Se acrecienta el miedo ante la previsión y estimación de una gran cosecha de gran volumen (si la media era de 37 millones de hectolitros en años previos, la actual se cifra entre 43 y 44 millones).
Los excedentes por el bajo consumo por parte de la red HORECA (hostelería, restauración y cafeterías), la supresión de festejos y fiestas populares, la caída de las exportaciones (Brexit, aranceles USA) y esa maldita pandemia del coronavirus, sin duda, no van a poder afrontar un crecimiento productivo cifrado en unos 5 millones de hectolitros más, hasta 42 millones, ante una demanda interna congelada en tan solo unos 10 millones y unas exportaciones medias de 21 millones de hectolitros fundamentadas en precios bajos.
El descenso crítico de las ventas en el canal HORECA (según datos de la FEV-Federación Española del Vino) ha supuesto una media del 65% en España y de un 49% en el exterior.
El descenso en la distribución alimentaria ha sido del 12% en España y del 23% en el exterior.
La crisis ha afectado al 94% de las bodegas, con una caída media de la facturación en el primer semestre, del 38% que llega a ser del 54% en las bodegas pequeñas o medianas más dependientes de la restauración y del 30% en el resto.
El descenso de ventas en el exterior ha sido el más importante en los 5 últimos años de acuerdo con los datos aportados por el Observatorio Español de los Mercados del Vino (OeMV).
La respuesta gubernamental ha sido la de disponer de un fondo de 91,6 millones de euros, con 3 brazos de aplicación: 65,4 millones para la destilación de 2 millones de hectolitros de vino. 16,2 millones para el almacenamiento de 2,25 millones de hectolitros y otros 10 millones para incentivar la vendimia en verde, con la destrucción de la uva a la que se han acogido viticultores con más de 4.300 hectáreas.
La reducción de los rendimientos máximos de uva por hectárea de carácter gubernamental ha sido seguida por diversos Consejos Reguladores (Cava, Rueda y La Rioja).
Y, a la fuerza ahorcan, industria y viticultores confluyen en acordar medidas encaminadas a la ordenación de mercados, tales como el abordar una segunda fase de almacenamiento y destilación del vino, un control adecuado en la vendimia (cumplimiento de las exigencias de volumen).
Todos los actores (ASAJA, UPA) coinciden en que los fondos son insuficientes y que deben habilitarse fondos extraordinarios desde la Unión Europea para apoyar la gestión de esta crisis de naturaleza multisectorial.
Los recursos hasta ahora aportados proceden de partidas ya habilitadas y disponibles en el programa de apoyo al sector del vino, todavía vigente, con una dotación de 200 millones de euros, destinados tradicionalmente a planes de mejora industrial, en el campo y en promoción de la demanda.
Francia e Italia (nuestros competidores directos) ya han hecho bueno a Lewis Carrol (Alicia en el País de las Maravillas), dado que están corriendo más que los demás, precisamente, para seguir en el mismo sitio…
Pero, también, ¿para cuando aplicar la inteligencia práctica en el sector?, ¿qué ocurre con los subproductos de la vid? ¿qué pasa con el mercado interior? ¿y la I+D+i? ¿el mercado laboral del agro?… Nuestro futuro es hoy: orientar el sector a los fines últimos en lugar de atacar lo contingente, con cabeza gacha, en pos de la utilidad inmediata, visión miope, que nos hace tropezar siempre en la misma piedra…