Esta es sin duda una de las frases que más escuchamos cuando surge el tema del mezcal en la mesa. A menudo provienen de personas lo suficientemente cuerdas como para que la pregunta merezca una mayor investigación.
“Cuando las cosas están mal, ¡mezcal !” » sería a priori una de las recomendaciones poco médicas de los jóvenes mexicanos, infundida con el sulfuroso aguardiente de agave desde la adolescencia. Un alcohol con un delicioso sabor ahumado, que en ocasiones alcanza hasta… 55 grados. Para entender su mala fama inicial hay que remontarse a principios del siglo XX, y a una leyenda urbana nacida en Estados Unidos, que consistía en difundir el rumor de que los invasores mexicanos no eran más que alcohólicos peligrosos. Segunda tesis mencionada, su dudosa asociación con la mescalina , droga alucinógena de la que lamentablemente casi comparte la grafía, sin que los dos líquidos estén vinculados. Por último, los cinéfilos sin duda recordarán estas famosas escenas de la película Las Vegas Parano , en las que Johnny Depp toma grandes tragos de mezcal detrás de la corbata, provocando efectos desagradables.
¿Un sesgo psicológico?
Pero ¿cómo explicar que algunas personas poco interesadas en la historia de Estados Unidos, en los psicofármacos o en el cine reconozcan haber estado al borde de la locura tras beber varios vasos del peligroso elixir? Aquí las opiniones difieren. Por un lado, los investigadores afirman que nada en el mezcal justifica un efecto particular, siendo el etanol, aunque presenta un título relativamente alto. Por otro lado, los bebedores, suelen evocar una sensación de calor intenso en las mejillas, una jovialidad exacerbada, una intoxicación rápida e intensa y mañanas espesas.
Responder a esta pregunta no es tan sencillo, y es la neurociencia la que parece arrojar mejor luz al respecto. Según esta última, se trata principalmente de un “simple” sesgo psicológico: al escuchar constantemente que el mezcal te vuelve loco, todo hace pensar que será igual sin importar tu nivel de resistencia. Una observación que también se puede hacer extensiva a diferentes tipos de alcohol, con este famoso vino tinto que calma o calienta, este vino blanco que despierta o este whisky escocés que entristece. En última instancia, ¿el alcohol simplemente no resalta la alegría del momento? Entonces, cuando “las cosas estén mal”, será mejor evitar el mezcal.
MARIDAJE
- Guía de maridaje para mezcal (donramonpersonalizado.com)
- Guía básica para maridar mezcal — Marco Beteta (mbmarcobeteta.com)