Vino

No renegar… ni del kalimotxo

Fernando Mora ha logrado hace apenas una semana ingresar en el club del vino más importante del mundo, el británico Institute of Masters of Wine. Desde esa atalaya que confirma su sapiencia vinícola defiende la «revolución» que vive España con unos nuevos vinos «divertidos y excesivamente baratos». Mora, fundador de Bodegas Frontonio, y Andreas Kubach, director general de Península Vinicultores, son los dos únicos españoles entre las 14 personas en todo el mundo que han conseguido este año la titulación que otorga el Instituto. Esta sólo la ostentan 369 expertos del mundo. Hasta ahora sólo había un representante de España, Pedro Ballesteros.

Mora (Zaragoza, 1982) sintió un enamoramiento por el vino, «un verdadero flechazo», confiesa en una entrevista con Efe, cuando su esposa lo llevó a visitar una bodega. Entonces decidió intentar «fabricarlo» en la bañera de su casa, poniendo el inicio a una carrera meteórica que culminó el pasado 4 de septiembre con la obtención del título de Master of Wine.

Latidos de vino fue su primer proyecto serio, una vez superado el afán de intentar hacer vino en la bañera de su piso. Rápidamente él y sus socios decidieron dedicarse a las garnachas de gama alta, en sus Bodegas Frontonio. Estas les abrieron las puertas de algunos restaurantes con estrella Michelín y también las de más de una treintena de países.

Ahora, en la tarjeta de visita de su nuevo proyecto, Cuevas de Arom, Mora puede poner las siglas «MV». Estas reconoce que le ayudan a ganar credibilidad, pero también a actuar como embajador de los vinos de Campo de Borja. De hecho, y aunque le dé cierto apuro verbalizarlo, las garnachas españolas que alcanzan su máxima expresión en esta denominación de origen que están en la lista de los vinos preferidos, compartiendo su afecto con los del Priorat, los albariños gallegos, los borgoñas, los barolos italianos y los vinos espumosos.

¿ Cómo ingresar en el Institute of Masters of Wine ?

Para conseguir ser un maestro del vino, Mora ha tenido que invertir mucho tiempo, mucho dinero y mucho sacrificio. Para alcanzar la cima de estos estudios  hay que entender el vino desde muchos ángulos diferentes y tener una visión de conjunto, multidisciplinar y crítica.

Treinta españoles optaron a estos estudios, de los que fueron elegidos dos. Fernando Mora se tuvo que buscar la vida, elaborar sus apuntes y buscar material para enfrentarse al examen final del primer año. Este consiste en cuatro catas a ciegas de doce vinos y un examen teórico con la elaboración de dos ensayos.

La siguiente fase concluye de nuevo con otros 8 exámenes en cuatro días. Hay que superar todos ellos en el mismo año. Mora pertenece al dos por ciento de los aspirantes que lo aprobó todo a la primera. Es de lo que más orgulloso estoy, reconoce.

Finalmente, tuvo que elaborar una mini-tesis de 10.000 palabras. Sin sorpresas, como tema eligió hablar de un nuevo sistema de clasificación de vinos para Campo de Borja.

Confiesa que está orgulloso de haber podido convertir su hobby en su trabajo en un sueño. El escenario actual al que se enfrenta lo define como bastante alentador, porque demuestra que la gente con ganas de trabajar y con formación puede hacer cosas chulas.

Vino demasiado barato

Proyectar eso al mercado, defiende Mora, hará posible que los consumidores estén dispuestos a pagar un poco más por los vinos españoles. Y es que, según lamenta, España – el país con mayor extensión de viñas del mundo y el segundo en producción de hectólitros, pero de los que más baratas pagan las uvas – ha sido concebido siempre como fuente de vino barato.

Pero tenemos un vino muy económico para la calidad que tiene. Es imposible conseguir fuera, vino de mejor calidad al precio que se consigue en España, recalca.

Tendría que ser más caro, explica, porque se fabrica con fruta fresca que se cultiva durante 9 meses durante los que graniza o hiela. Se vendimia (a veces a mano), para después llevar las uvas a la bodega, procesarlas, guardarlas doce meses en unas barricas, embotellarlo, volverlo a guardar doce meses para, finalmente, etiquetarlo y distribuirlo.

Por eso, entre otras cosas, Mora cree que el vino tendría que ser mucho más caro. Quizá, elucubra, de ese modo sería un producto mucho más valorado.

Relata que desde el exterior siempre se ha visto a España como un país muy creativo. Los mercados quieren que España sea más excitante y que haya más vinos españoles en un segmento medio-alto, apunta.

La garnacha

En ese segmento se mueven las garnachas por las que tanto cariño siente Mora. Esta es una de las variedades que más interés despiertan ahora en el consumidor a pesar de haber estado denostadas mucho tiempo.

Es una variedad, ilustra el master of wine, que expresa muy bien el suelo y se adapta de forma muy diferente a diversas zonas. Esto permite hacer estilos de vino muy distintos y eso el consumidor lo encuentra excitante, confiesa divertido.

El vino es divertido, hay que hacerlo popular. Es cultura, defiende Mora.

Para demostrarlo, no ve del todo con malos ojos mezclar vino con refresco de cola. ¿Un kalimotxo?. ¿Por qué no?. No deja de ser un cóctel para disfrutar en el contexto adecuado. El vino es divertido, hay que quitarse la imagen de que el vino es un señor mayor con bigote y cara de aburrido, reivindica.

Referencias

  • ISABEL PONCELA/EFE – EL MUNDO – 12 SEP.2017

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