MUJERES, VINO E HISTORIA

 

A través de la historia descubrimos las razones por las que las mujeres tomaron distancia del vino y del negocio que lo rodea.

Las costumbres cambian ofreciendo la ocasión y la oportunidad  a las mujeres para aportar al mundo del vino su propia perspectiva, desarrollar el mundo del vino a lo femenino.

En Francia, el Club Francés del Vino, está integrado en un 73% por mujeres.

Las barreras históricas

Las mujeres han estado menos presentes en el panorama vitícola y acontecimientos históricos así lo aseveran.

En la antigüedad, las mujeres tenían prohibido beber vino, hasta el punto de pagar con la pena capital si incumplian la norma establecida.

Felizmente, esta prohibición se erradicó a partir de la Edad media.

Desde finales del siglo XVIII la moral burguesa establece un código de conducta sumamente estricto y decreta que, “una mujer honorable no debe beber vino”.

Existen también estereotipos que han alejado a las mujeres del sector vitícola. Así, en el acervo interno de las personas, subyace la idea de que elegir una botella de vino, descorcharla y servirla es una “cosa de hombres”. Ciertas reglas del saber vivir y de las buenas costumbres hacen referencia al hecho de que las mujeres no deben servirse solas una copa de vino y aún menos, servir a los invitados o incluso solicitar que se les sirva la copa. Menos mal que la sociedad burguesa prevé que los invitados nunca se queden con la copa vacía, actitud fingida pero tendente a modernizarse.

Las mujeres, desde siempre, tienen un lugar en el mundo del vino, a pesar de la educación recibida.

En 1788, la viuda Françoise-Josephine de Lur-Saluces, tomó las riendas de Château d´Yquem, y es bajo su dirección, en la que el Château adquiere su renombre internacional.

En el siglo XIX, dos viudas: Alexandrine Pommery y Barbe Nicole Clicquot, toman el mando de las explotaciones vitícolas, asegurando los “domaines” (viñedos).

Continúan brillantemente el trabajo de sus difuntos maridos, superándolo y haciendo historia.

En los años 1960-70 un nuevo acontecimiento tiene lugar: las mujeres viticultoras y bodegueras. Ni viudas ni herederas, dirigen las explotaciones con pasión y profesionalidad, son las actrices principales.

 

La modernización del consumo

Las mujeres son epicúreas, sólo una cuarta parte de ellas bebe vino, si bien, cada vez más, manifiestan un interés real hacia el vino y su universo.

Disponen con ventaja, de información sobre el vino en la prensa femenina.

La “revolución” está en marcha: entre las personas menores de 35 años, no existe diferencia entre hombres y mujeres, siendo ellas cada vez más escuchadas y leídas.

La sabia naturaleza ha dotado con holgura a las mujeres del denominado cuerpo calloso, el haz de fibras nerviosas (de la comisura central cerebral) más extenso del cerebro humano y cuya función es la de servir como vía de comunicación de ambos hemisferios cerebrales; a su vez, el llamado rinencéfalo es aquella parte del cerebro (muy cercana a la anterior) involucrada con el olfato, incluido en el cerebro emocional y también, cómo no, con la cata de vino. Las mejores catas y los mejores olfatos que he presenciado siempre corrieron a cargo de mujeres.

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