Ocho consejos para asegurarte de que nunca más te equivocas con tus maridajes de comida y vino. Adobe Stock / SDP
Priorizar lo cercano, el producto de proximidad
Piensa en local, tenemos un país pleno de vinos, teniendo en donde elegir. La mayoría de las denominaciones y de las regiones vitivinícolas tienen sus recetas y platos favoritos, La Rioja, La Ribera del Duero, Navarra, Toro, Galicia, Cataluña, Aragón, Valencia, Alicante, Murcia, La Manchuela y La Mancha, Extremadura, Andalucía, Baleares, Canarias. Las excepcionales carnes gallegas, lamprea, marisco, pescado de altura y bajura, caza y pesca de río.
Colores a juego
Es bueno y bonito combinar el color del vino, un champagne rosado con gambas fritas y con especias, berenjenas rellenas con carne de cordero con una garnacha tinta, hígado de ternera con un tinto ligero, una Mencía del Barco de Valdeorras o un rosado navarro.
Jugar con los contrastes
Sabores crocantes, untuosos y con cuerpo, por ejemplo, con un jamón curado, que escinde la grasa y aporta frescura. También un vino tostado de Ourense con un queso azul, mezclando la armonía con la magia de las notas de rancio, frutos secos y la acidez del queso.
Recuerda que la grasa llama al blanco
Un jamón de pata negra, aves o pescado con nata, albóndigas de lucio con salsa nantua pide un blanco complejo, con fulgor y largo, para evitar la sobrecarga de la crema o la grasa con taninos.
Combinar la potencia del plato con el contenido en taninos del vino
Es siempre una decisión segura. Una pechuga de pato o de pavo y un pollo rustido, gustan de vinos tintos no muy viejos (crianzas), más bien ligeros, como los de pinot noir o merlot, con alto contenido en azúcar y poco ácidos con un cuerpo un poco más ligero como el cabernet franc, el Monastrell y la Mencía son excelentes.
Llevar los sabores al siguiente nivel
Encontrar la misma gama de sabores en un vino y en el plato sirve para conducir el maridaje de forma natural. Los vinos dulces naturales son maestros en este menester, con sus notas de frutos secos, rancio, higo, van de la mano de un postre con chocolate y avellanas o con almendras y naranjas.
Conduce tu comida sin pisar el acelerador del azúcar
Evitar agregar azúcar o grasa en el azúcar. Con un vino dulce, es mejor cortar y cambiar de mesa.
Maridaje de vino blanco con queso
En el 99 % de los casos así debe de ser, en último caso, un tinto no excesivamente tánico, un blanco seco asegura la perfección, debiendo reservar el dulce para el queso azul.
El pollo rustido y el pato asado se pueden maridar con vino. El primero con vinos blancos no demasiado ácidos (un chardonnay joven) no fermentado en barrica, con frescura y acidez adecuada. Si la guarnición es sencilla, la mejor opción es, un tinto ligero. Si la guarnición es más rotunda, con sabores marcados y personalidad muy definida (setas), la salsa de trufa o distintos rellenos (pasas), es mejor un vino de mayor complejidad y estructura. En el caso del pato asado, su mejor compañía es la de un vino tinto más bien ligero, no muy viejo, como el pinot noir o el merlot con alto contenido en azúcar, poco ácidos, de cuerpo más liviano, como el cabernet franc, el monastrell o una Mencía.
La fotografía
Enlaces relacionados :
MUSICANDO
- Cuando los elefantes sueñan con la música – Música en RTVE Play Moustaki en Bahía y Río 21.11.2023