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¿CON QUÉ VINO ACOMPAÑAR UN EMPAREDADO (SANDWICH)?

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De jeffreyw – Mmm… breakfast sammich Uploaded by Fæ, CC BY 2.0, Enlace

 

Es el principito de los palacios y el rey del picnic. Vamos a ver a continuación con qué vino acompañarlo en momentos de auténtico placer gastronómico.

Se trata de propuestas tanto en un piano-bar o de un room service. El club sandwich es un tipo de sandwich flying-sandwich omnipresente en todos los continentes del mundo: con tres pisos de tostadas entre las que se intercalan hojas de lechuga, rodajas de tomate cortado, de pechuga de pollo o de pavo y de lonchas de bacon a la plancha. Un poco de mayonesa en cada piso con cuatro palillos para mantener todos sus componentes en su lugar, cortado en cuatro partes antes de servirse con un cucurucho de patatas fritas.

El sandwich-club se inventó en 1894 en Saratoga Springs, ciudad cercana a Nueva York famosa por su hipódromo. La receta fue custodiada por Isabel Gordon Curtis en su obra The Good Housekeeping Book (el libro de cocina de la buena cocinera), publicado en Chicago en 1903: aplica mantequilla en las tostadas pero ignora el pavo. La pechuga de pollo crea una sensación de dulzor, la mayonesa aporta la grasitud, las tostadas crujientes obligan a una prolongada masticación. Los sabores son sencillos pero pródigos: requiriendo vinos del mismo tono, la elección es abierta: blanco chardonnay o cabernet tinto.

Como chardonnay blanco elegimos un Borgoña, de las tierras de Meursault, de Joseph Drouhin con un bouquet con notas de avellana, de pan tostado, de miel de acacia y de albaricoque. En boca es redondo, sin aristas, untuoso y con longitud suficientemente rica para equilibrar mientras se mastica el sandwich. Si optamos por el tinto, buscaremos en el Valle del Loira un cabernet franc saltón y cómplice del juego. Un Bourgueil de la bodega Pierre Breton, de su cosecha La Dilettante: con un bouquet magnífica expresión del varietal, con notas de musgo , de cereza negra, de cebollino y de paprika. En boca, magnífica estructura, rica y fresca, con una vivacidad que compensa la grasitud del sandwich, afrutado que marida a la perfección y sencillamente.

Si elegimos un cabernet sauvignon más clásico, “a la bordelesa”, el Médoc nos ofrece un joven millésime con buena acidez, (2007). Nos quedamos con un Margaux, de Château Palmer (troisième cru classé en 1855), eligiendo el Alter Ego, el segundo de la bodega. Elaborado para ser degustado joven pero puede tomarse hasta dentro de diez años. La originalidad ha sido ensamblar a partes iguales la merlot y la cabernet, aportando una auténtica redondez y una nariz fuera de lo habitual, mezclando notas de menta, de grosella negra, de hojas de tomate y de fresas del bosque.

La selección francesa:

Maison Joseph Drouhin – www.drouhin.com
Domaine Pierre Breton – www.domainebreton.net
Château palmer – www.chateau-palmer.com

La selección española:

Oliver Conti Indispensable negre 2018 (garnacha, samsó y cabernet sauvignon). D.O Empordá. 5,25€.
Enate rosado 2017. (cabernet sauvignon). Somontano. 7,50€.
CF AltoLandón. IGP Castilla. Cuenca. Cabernet franc. 2011. 18,50€. Agotado.
Pruno. Ribera del Duero. 2017. 10,90€.

La selección portuguesa:

Fiuza cabernet sauvignon. 2017. D.O. Tejo. 4,10€

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