Estilo de Vida Vino

LOS VINOS DE MADEIRA UNA CUESTIÓN DE CORAJE  

isla de madeira

 

A veces, por desconocimiento o por recelos infundados no valoramos adecuadamente los vinos en sus diversos estilos y tipologías que este mundo maravilloso nos ofrece.

 Hoy decataencata.com te va a comentar algunos aspectos de uno de los más prominentes vinos fortificados del mundo, el vino de Madeira, con calma, mucha calma…

Hace ya casi dos años que viajamos a Madeira, en donde visitamos siete bodegas de distinta envergadura y, cuya experiencia os traemos hoy aquí como introducción al conocimiento de estos caldos de gran personalidad.

Existen en el Portugal peninsular extensiones de viñedos superiores a la totalidad del área de viñedo plantada en la isla de Madeira, la cual apenas llega a las 550 hectáreas disponibles, que asientan en paisajes absolutamente espectaculares, con pendientes de vértigo sobre roquedos que caen al mar, ahí precisamente nace la singularidad y personalidad propia de uno de los vinos fortificados más esplendorosos del mundo.

En la época de la vendimia, la cosecha es una práctica de riesgo que obliga a los vendimiadores en las plantaciones de mayor tradición y antigüedad a realizar su trabajo en condiciones auténticamente heroicas.

La isla de Madeira fue descubierta en el año 1419 por Joâo Gonçalves Zarco, Tristâo Vaz y Bartolomeu Perestrello, época de los Descubrimientos.

Considerada con un gran potencial por los primeros colonizadores que trajeron del norte de Portugal a trabajadores y artesanos para ayudar a colonizar las islas. La densidad de vegetación motivó la quema de zonas arboladas para fertilizar los suelos con la materia orgánica producto de aquella. En los primeros años de la colonización se construyó el primer sistema de canalización del agua.

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Los viñedos fueron plantados por los primeros colonos al igual que la caña de azúcar. En 1466, el azúcar asume un papel protagonista, exportando al continente europeo, África, Mediterráneo y norte europeo. Respecto al viñedo no existen datos exactos, pero se cree que las primeras cepas fueron traídas desde el norte de Portugal. Escritos de 1450, del navegante Alvise da Mosto, conocido como Luis de Cadamosto, hacen referencia a la Malvasía Cândida, plantada bajo solicitud expresa del Infante Henrique.

El viñedo fue ganando terreno durante todo el siglo XV, gracias al aumento de la demanda internacional, sobre todo tras el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón. Uno de los episodios a destacar  es aquel en el que George, duque de Clarence, hermano de Eduardo IV el rey de Inglaterra, al ser condenado a la pena capital, escogió morir ahogado en un tonel de vino Malvasía de Madeira, corría el año 1478.

Durante los siglos XVI y XVII, la caña de azúcar empieza a perder terreno debido a la competencia de Brasil. Llegado el siglo XVIII, el 4 de julio de 1776 tiene lugar el brindis de la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica con una copa de vino de Madeira de la mano de George Washington. La élite en esa época ya conocía y apreciaba el vino de Madeira. También Thomas Jefferson y los “Founding Fathers” americanos, realezas e imperios del mundo conocían el sabor del vino de Madeira.

En el siglo XVIII ya se relata la introducción de dos nuevas técnicas en producción: la fortificación y el llamado estufagem.

El siglo XIX trae las guerras napoleónicas, la guerra civil americana y la devastación de los viñedos por la filoxera.

La viña americana, resistente a la plaga, hace que aumente su presencia hasta hacerse mayoritaria, teniendo como base variedades como el verdelho y la tinta negra, seguido de la bual, la bastardo y la Torrontés. La malvasía cândida pierde terreno, continuando siendo famosa sobre todo en la Fajâ dos Padres, inicialmente regida por los PP. Jesuitas.

Los mercados británico y ruso, importan el vino, incorporándose posteriormente los países del norte de Europa pese a sufrir los rigores de la Segunda Guerra Mundial.

En el actual siglo XXI, Madeira celebra los 500 años de historia celebrándose en Francia, Alemania, Reino Unido, Bélgica, Suiza, Japón y Estados Unidos, dando sus primeros pasos en China.

Coraje y complejidad

Los Madeira nacen en suelos volcánicos, mayoritariamente basálticos, ácidos y ricos en hierro y magnesio, pobres en potasio y con escaso fósforo. La arcilla es dominante. En Câmara de Lobos (en la costa sur), en Sâo Vicente y Santana (ambos en la costa norte de la isla) son los municipios con mayor presencia de viñedos,  auténticos minifundios que promedian las 0,3 hectáreas, divididos en parcelas.

La mayor parte de estos pequeños jardines vitícolas comparten el paisaje con la caña de azúcar y las plataneras, siendo mimadas por sus dueños a los que dedican su tiempo y cuidados durante los fines de semana (sobre todo)  asegurando la buena calidad de la fruta pese a su avanzada edad.

De clima subtropical, con inviernos suaves y veranos cálidos y húmedos, la viña plantada en altitudes nunca por debajo de los 150 metros, en un terreno con desnivel (más de un 25% de inclinación), sobre bancales construidos (“socalcos”, los poios), y el agua necesaria transportada a través de una red de canales de conducción que se extienden a lo largo de 2.150 kilómetros, de los cuales 40 tiene lugar en túneles.

El sistema de conducción de la viña más frecuente es el de parral, mediante pérgolas, en el que la planta se halla en disposición horizontal suspendida sobre alambres o por estacas. La altura de las parras oscila entre 1 y 2 metros, con densidades de plantación de entre 2.500 y 4.000 pies por hectárea.

En la segunda mitad del siglo XX se introdujo la espaldera, en la que la viña se conduce verticalmente, lo que permite mayor densidad, y de ahí que se utilice preferentemente en terrenos con declive poco acentuado.

Los mejores vinos de Madeira son inconfundibles por sus características de salinidad y acidez que ocasionalmente llega a ser muy acentuada.

Debido a los métodos de vinificación utilizados, que hacen sufrir todo lo imaginable a un vino, ganan con la apertura, permitiendo catarlo durante los 4 a 6 meses tras aquella, sin mostrar alteraciones perceptibles en su calidad.

canteiros

Maduración del vino de madeira sobre canteiros en un local acondicionado.

Gracias a las Bodegas Blandy ’s, Barbeito, CAF, Henriques & Henriques, H.M.Borges, J. Faria Filhos e Justino ’s, por su acogimiento y a esta maravillosa isla con alma y duende.

  • Para mayor información busca en decataencata.com vinos de Madeira.

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