Economía Vino

LA COOPERATIVA VINÍCOLA ESPAÑOLA

La bodega cooperativa vinícola surge en España con un doble objetivo, por una parte la elaboración comunal del vino, con reducción de costes de producción y a la par incrementar y preservar la calidad de los caldos y, por otra, la venta de estos, reduciendo la intermediación y optimizando la posición del viticultor en el proceso comercializador.

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Pinos gemelos, símbolo de las cooperativas

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Todo ello con un incremento de la remuneración del vino y de los ingresos de los productores, fundamental en el sector por componerlo pequeños agricultores familiares, inmersos en un contexto con caída tendencial de los precios de un producto central, su ingreso principal la mayor parte de las veces. Las ventajas productivas son obvias pero el éxito de la comercialización no corre parejo o cuando menos es dudoso. Este artículo pretende analizar la comercialización del vino en España por medio de la cooperativa vinícola (¿Cuál fue su rol?, ¿qué modalidades de venta adoptaron y por qué? ¿Cómo fue su proceso adaptativo a los cambios en las tendencias de consumo?

El cooperativismo

Tras la crisis filoxérica, el cooperativismo vinícola emerge para afrontar la sobreproducción vinícola que afectó a los principales países productores en los albores del siglo XX con una agravación progresiva por una producción dispersa por parte de pequeños viticultores con una escasa capacidad de almacenaje, expuestos a una gran oscilación de precios por el desajuste entre oferta y demanda y al riesgo inversor en una especialización productiva (plantación de viñedos y acondicionamiento de la bodega para evitar vender a corto para acoger a la siguiente cosecha). También la venta en común mejoraba la posición de aquellos en el proceso de comercialización.

Fenómeno semejante tuvo lugar en Francia, en donde se crearon más cooperativas en la primera década del siglo XX.

La venta directa al consumidor fue en general excepcional. En su mayor parte se dedicaron a la venta al por mayor para posicionar al pequeño viticultor a la misma altura que la de los grandes viticultores. Dada la carestía del personal comercializador especializado el propio consejo de administración de la cooperativa (o en su defecto, una comisión de ventas) decidían las operaciones comerciales que se aprobaban posteriormente en la Asamblea General. Por tanto la comercialización estaba en manos de los propios cooperativistas en su mayor parte pequeños productores sin tan apenas formación especializada. El margen de maniobra de la cooperativa vinícola era muy limitado en el proceso de comercialización por actuar como fuente de crédito (con la garantía de la uva aportada) de los pequeños viticultores y, además la volatilidad del mercado del vino (por la fluctuación de las cosechas) y la tendencia a la baja de los precios (por la sobreproducción estructural de la primera década del siglo XX) limitaba las posibilidades de la venta del vino por parte de las cooperativas.

Los años 30

En los años 30 en Francia se crean algunas federaciones de bodegas cooperativas que ensayaron la venta conjunta, limitadas por la crisis en esa etapa.

En Italia los primeros consorcios cooperativos fueron creados tempranamente por las mismas causas ayudando a reestructurar el sector coordinando el nivel regional y el nacional, proceso que se interrumpe con el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial.

En España este cooperativismo vitivinícola de segundo grado fue más reciente y generalmente, menos exitoso.

Otra gran dificultad fue el control de calidad del producto por la aportación de uva de mala calidad por parte de los socios, remunerando la cosecha según peso y contenido de azúcar que llevaba al productor a maximizar la producción en detrimento de la calidad. No obstante la competitividad no se vio comprometida dado que durante la mayor parte del siglo XX la demanda mayoritaria era de vino de mesa de calidad media a baja. Si bien en la década de los 70 tiene lugar un cambio de tendencia hacia el consumo de vino de calidad, con escasas barreras de entrada para las pequeñas explotaciones vinícolas.

Vino de calidad

El gran éxito de Francia e Italia fue la creación en los albores del siglo XX de algunas bodegas orientadas a la producción de vino de calidad, embotellado y diferenciado a través de una marca, jugando un papel crucial en el incremento de la calidad del producto y en la penetración en los mercados internacionales, en España esta orientación fue absolutamente excepcional.

Por su parte, el Estado depositó su confianza en las bodegas cooperativas en la estabilización del mercado del vino de mesa, afectado por la crisis de sobreproducción, evitando la misma por la caída de los precios y que a falta de espacio para el almacenaje verse obligadas a vender las cosechas a bajo precio.

En Francia se facilitó la creación de cooperativas con préstamos a bajo interés por parte del Estado a partir de la década de los 60 favoreciendo la fusión para reducir la fragmentación y dispersión de la oferta. En España la ayuda llega más tarde primando la compra de excedentes, inmovilizando stocks y la destilación de vino en años de sobreproducción.

A nivel agregado es muy útil la información ofrecida por el catastro vitícola elaborado por el Instituto de Denominaciones de Origen a finales de la década de los 70 y principios de los 80, por provincias y por Denominaciones de Origen, en la que se establece el peso del cooperativismo respecto a la capacidad productiva total a nivel provincial, comparando el tamaño medio de las cooperativas con respecto a las sociedades de capital y bodegas particulares. Recientemente los datos ofrecidos por la Confederación de Cooperativas Agrarias de España establece la muestra de entidades repartidas por cada una de las regiones del viñedo español.

Las bodegas en cooperativa vinícola en la estructura productiva del sector vinícola español

La lentitud de la difusión del modelo cooperativo en el sector vitivinícola español hasta la segunda mitad del siglo XX es uno de sus rasgos definitorios, a diferencia de Francia que ya en 1930 contaba con más de 800 bodegas bajo este régimen (en España sólo un centenar en su mayor parte radicadas en Cataluña) y con una capacidad de producción limitada. El cooperativismo español se desarrolla esencialmente en los años 1950 y 1960, con un 16% del total de producción del vino español (a comienzos del siglo XXI supone el 70% del total productivo). En la mayor parte de regiones vitícolas la capacidad media en las cooperativas era mayor que en las sociedades y muy superior que en las bodegas particulares.

Destaca la región de Murcia y Baleares por el enorme tamaño de sus cooperativas.

La diversidad regional tiene que ver con el proceso histórico de desarrollo del sector cooperativo. La escasa presencia de grandes sociedades de capital en estas zonas ayudó a que las cooperativas tomasen gran protagonismo, al contrario que en Jerez, el Penedés o La Rioja, donde la presencia de importantes empresas mercantiles dificulta el desarrollo cooperativo, así como la dependencia de las cooperativas de estas empresas privadas al convertirse en suministro de materia prima (vino-base).

Sin embargo el predominio cooperativo en la producción no se traduce en un control del proceso de comercialización del vino, que siguió en manos de comerciantes privados.

Las estrategias de comercialización de las bodegas en régimen de cooperativa vinícola

Las bodegas cooperativas españolas se caracterizan por suministrar vino a diversos tipos de destinatarios, creando un sistema de comercialización similar al resto de actores del sector pero con particularidades propias. A nivel local y regional los principales compradores podían ser directamente los consumidores a través de la apertura de almacenes propios en las localidades de radicación o en municipios próximos, contratos de distribución con corredores o minoristas de otras localidades de la zona para la distribución al por menor, así como bodegas privadas a las que se les suministra vino-base al por mayor en las regiones con fuerte implantación y con una relación de dependencia. A nivel nacional, la comercialización se realizaba mediante la firma de sustanciosos contratos de venta, bien a empresas que posteriormente embotellan y comercializan  el vino, como distribuidores que vendían los caldos en su ámbito de actuación.

El mayor obstáculo que encontraron fue la saturación del mercado y los bajos precios, problema endémico del sector en España.

Antes de la Guerra Civil, la venta estaba en manos de los socios, del propio consejo de administración o de la comisión de ventas. La venta es el proceso más arduo al que se enfrenta la cooperativa y del que depende la marcha venturosa de la misma.

En Francia, en cambio, comercializan la totalidad de la producción.

Los contratos de venta al por mayor a bodegas privadas generan dependencia a firmas exportadoras que operan en puertos tales como los de Alicante o Valencia.

Casos especiales son el de las cooperativas de regiones con fuerte implantación de bodegas privadas como las de La Rioja, Penedés o Jerez, donde gran parte de las cooperativas establecen  relaciones de dependencia con éstas para el suministro de vino-base.

Dependencia comercial

En definitiva, las bodegas cooperativas españolas presentaban una importante dependencia comercial de mayoristas, exportadores y sociedades de capital, conformando un estado de oligopsonio y la práctica total ausencia de redes de distribución propias. Debían comercializar el vino pronto para poder liquidar la campaña, distribuir beneficios entre los asociados, no tener problemas de liquidez y liberar espacio de almacenaje para la campaña siguiente que les obliga a firma contratos de venta de gran volumen asegurando la rápida comercialización del vino a precios reducidos por unidad comercializada. Combinaban precios de venta bajos con la realización de inversiones y el mantenimiento de precios de liquidación elevados para mantener unas condiciones atractivas para el asociado, lo que llevó a u anómalo funcionamiento económico- financiero, con una excesiva dependencia de la  financiación externa y funcionamiento ineficiente.

Los cambios de la demanda y los problemas de adaptación de la cooperativa vinícola española

La adaptación a unas pautas de consumo menos regular y de un producto de mayor calidad comportó una caída significativa del consumo total del vino en España agravando los problemas de sobreproducción, que motivó un incremento de la destilación que provenía fundamentalmente de las cooperativas.

Ello obligó a una mayor orientación al mercado y a minorar su carácter productivista.

En cuanto a la concentración de las ventas, las cooperativas concentran cerca de un 20% de sus ventas en un solo comprador e incluso más.

En cuanto a la introducción de estrategias de marketing y publicidad, las cooperativas quedaron rezagadas en la adopción de este tipo de técnicas de comercialización con respecto a la empresa privada en las últimas décadas del siglo XX, una muestra más de la dificultad de estas entidades por modernizar sus estructuras comerciales (polarización hacia el producto y no hacia el mercado). Así las cooperativas fueron perdiendo peso frente a las bodegas privadas, con porcentajes del 22,3% en los años 1980, el 19,4% de los 1990 y el 8,1% de la primera década del siglo XXI, a pesar de que las cooperativas suponían casi el 20% de la empresas productoras del país y elaboran el 70% del vino español.

En cuanto al uso de marcas, más de lo mismo en comparación con las empresas privadas.

El papel del cooperativismo de segundo grado

Para resolver este problema se crearon las cooperativas de segundo grado, integrando cooperativas mediante estructuras que permiten adquirir tamaño y mejorar su competitividad al igual como tuvo lugar en Francia e Italia, pero con menos fuerza.

Uno de los ejemplos paradigmáticos es el de Bocopa en Alicante, que embotella y comercializa, apostando por la elaboración de vino de calidad con D.O comercializando en el mercado nacional e internacional, con clara vocación exportadora al estilo italiano (consorcios del Véneto).

Conclusiones

La gran transformación del sector vitivinícola español en el siglo XX tiene lugar merced  al desarrollo del cooperativismo.

Pese a la consolidación de un modelo productivista, escasamente orientado al mercado para comercializarlo en el corto plazo y liberar espacio de almacenaje para la siguiente cosecha con repercusión en la calidad del producto, en los costes de supervisión de la uva entre otros. Con una gestión poco profesionalizada que obligaba a los propios viticultores a hacerse cargo de la comercialización, sin construir tan apenas vías de comercialización, que se reducían a la firma de grandes contratos de venta con mayoristas, exportadores o sociedades de capital dedicadas al embotellado y posterior comercialización del producto. y sin tan apenas poder negociador a la hora de establecer los precios de venta.

La necesidad de combinar precios de venta del vino reducidos con precios de liquidación de la uva a los asociados elevados, además de las inversiones necesarias, produjo problemas de eficiencia y liquidez, teniendo que recurrir constantemente a la financiación externa para poder mantener su funcionamiento corriente.

El elevado endeudamiento a largo plazo, su orientación fuertemente productivista y su falta de autonomía, al quedar sometidas a un estricto control burocrático estatal, dificultaron su adaptación a los cambios producidos en el mercado.

Las cooperativas españolas tuvieron que emprender un proceso de adaptación al mercado un tanto traumático persistiendo aún todavía los mismos problemas en algunas regiones

´Su entrada en la comercialización del vino embotellado fue tardía concentrándose en las exportaciones de vino-base.

Una de las principales vías de adaptación (como en Italia y Francia) a las nuevas demandas vinícolas se halla en la conformación de cooperativas de segundo y tercer grado que permitan lograr escala, modernizar la gestión, aumentar su poder negociador y un mejor acceso a la demanda externa, en un mercado cada vez más competitivo y globalizado.

En el caso español todavía está por desarrollarse, donde el sector cooperativo continúa todavía muy fragmentado, dependiente en muchos casos de grandes comerciantes o de sociedades mercantiles con mayor poder de mercado y orientado esencialmente hacia una producción de vino de más baja calidad.

A modo de recordatorio: las bodegas cooperativas vinícolas de España suelen tener las mejores y más antiguas cepas de España, auténtico patrimonio nacional. Bendita sea.

Cooperativa agrícola la Purísima Concepción. Los Pedrones 05.jpg Instalaciones de una cooperativa vinícola

De 19Tarrestnom65 – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, Enlace

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