La Pascua es la festividad religiosa que se celebra en la primera luna llena de primavera, en la que los judíos conmemoran la liberación de la esclavitud de su pueblo en Egipto.
Los cristianos celebran el domingo después del plenilunio posterior al 20 de marzo, en el que se conmemora la resurrección de Jesús: “celebrar la Pascua”.
El intercambio de huevos de Pascua, primero de azúcar, y desde hace cinco siglos, de chocolate, está muy extendido en Alemania, Portugal, Eslovaquia, Italia, Francia, España, República Checa, Austria, Suiza; Argentina, Brasil, Estados Unidos, Bolivia y en ciertas zonas de México, y Uruguay.
El hecho de asociar el huevo a la fertilidad y por coincidir la Pascua con la primavera en el hemisferio norte, estación fértil por excelencia, hace que se establezca por toda Europa como símbolo de la Pascua. De modo que pronto los pasteleros de época comenzaron a elaborarlos utilizando distintos ingredientes. Primero fue el azúcar y luego el chocolate.
En los países de tradición ortodoxa se intercambian huevos de color carmesí para recordar la sangre de Cristo. Los armenios los vacían y los decoran con imágenes de Cristo y de la Virgen. Y en Polonia y Ucrania, por Pascua, hacen obras de arte con cera fundida sobre su cáscara.
Las armonías que se logran con este maridaje son sorprendentes, pese a las reticencias que todavía suscita. No se trata de un acompañamiento generalista ya que no todos los vinos se predisponen a ello, si bien la mayor parte de ellos permiten conjuntar el cacao, bien sea dulce o amargo.
En general, las reglas esenciales a seguir son:
El vino tiene que ser tan dulce como el chocolate y cuanto más “encorpado”, cuanto más cuerpo tenga el vino, más intenso deberá ser el sabor del cacao.
Con vinos espumosos y ácidos tipo champán , es más difícil conjuntar bien un chocolate, dado que el cacao refuerza excesivamente la acidez de esta clase de vinos. Mejor será experimentar las armonías.
Con los vinos tintos es más sencillo lograr buenas armonías.
Existen magníficas combinaciones de vinos tintos y chocolates, ya sean blancos, con leche o puros. Los blancos son chocolates más dulces y mantecosos, para lo que es preciso acudir a los vinos golosos. Los syrah, por ejemplo generan excelentes armonías pues es un vino muy sabroso de tono dulce.
También el petit verdot se asemeja en este sentido.
Para maridar con chocolates con leche, en tableta, en mousse o en crema, acudimos a vinos con poco cuerpo y, ahí está nuevamente el syrah y el Oporto.
Con chocolates puros se requieren vinos más recios y “encorpados” (con más cuerpo), los cabernet sauvignon van como anillo al dedo a estos chocolates amargos de hasta un 75% de cacao. Cuanto más fuerte y amargo sea el chocolate más cuerpo requiere el vino con el que maride.
Si lo que se desea es un vino que armonice óptimamente con cualquier chocolate, los syrah de vendimia tardía de una dulzura especial por su elevada concentración de azúcar y su fuerte aroma es de elección para acompañar.
- Abadía Retuerta syrah vendimia tardía 2014. Excelente. Vino de postre de Castilla León.
http://revistaelconocedor.com/maridaje-vino-con-chocolate/