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LA MÚSICA ES COSA DE MUJERES y de hombres

música y mujeres

Marisa Manchado Torres es compositora de música clásica y docente. Referente de la musicología por su celo en difundir la prácticamente nula visibilidad de las mujeres en el mundo de la música, en el año 1998 realizó la edición del libro “Música y Mujeres”. Género y Poder”, compilación de textos y ensayos con el feminismo como elemento central de estudio en la musicología actual, un imprescindible para toda persona interesada en la historia de la música, en el rol de las mujeres en la cultura y en el feminismo en general.

La editorial Ménades ha actualizado y recuperado este ensayo para beneficio de todos.

Las novedades

Prologado por Ángel Medina Álvarez, actualizada la encuesta a las compositoras, algunas coincidentes con su opinión de hace 20 años y otras no constatan tan apenas cambios sustanciales pese a la puesta al día en 2019.

La introducción de un capítulo nuevo, “Declaración de intenciones: hacia una musicología feminista”, que aparece tras el prólogo a esta nueva edición.

Con esta perspectiva histórica de casi 21 años, lo cierto es que la gran mayoría de mujeres dedicadas a la música y que fue silenciada por un sistema patriarcal, sigue en la misma.

Las programaciones de los conciertos, las siguen silenciando. Las historias de la música, también. Los conservatorios, no han incluido en sus programaciones el repertorio inmenso y soberbio de las mujeres a lo largo de la historia y, en la universidad pues más de lo mismo. Finalmente, un organismo público y dedicado a la música académica como es Radio Clásica, de Radio Nacional de España, se centra en el canon y no ve, ni va, ni escucha, ni oye, más allá.

Su carta al director todavía espera respuesta desde hace 2 años en la que le propone retomar el programa icónico “Mujeres en la Música”, al cual Amelia Die dedica un capítulo del libro, incumpliendo la Ley de Igualdad y otorgando la callada por respuesta, aquí sigue sin pasar nada de nada, ¿dónde está el Observatorio de Igualdad de Género?, ¿dónde está ese tejido social amplio y compacto para exigir el cumplimiento de la Ley de Igualdad a pesar de tratarse de un sector con escasa dinámica asociativa y reivindicativa.

En el capítulo sobre la “Educación musical femenina”, Joaquina Labajo se pregunta si ésta se halla reservada a las clases sociales altas. En el siglo XIX efectivamente, así era; así, lo malo no era que Fanny Mendelssohn Hensel compusiera música, sino en que ganase dinero con ella; tampoco el mal estaba en que Clara Schumann fuese una apreciada concertista, sino en su pretensión de dedicarse a la actividad abstracta e intelectualizada (por tanto masculinizada), de la composición. En palabras de Teresa Cascudo cuando habla de musicología y feminismo. (¿Por qué se nos ha negado históricamente a las mujeres la capacidad de creación intelectual?

Esa dependencia paterna, marital, fraterna o del varón de turno, además legislada en un régimen de dependencia y esclavitud emocional (y ocasionalmente física) y desde luego intelectual, con la prohibición expresa de independencia económica, autonomía financiera a pesar de que por ejemplo en el caso de Clara Schumann mantenía a un esposo enfermo (Robert Schumann) y a 7 hijos y a dirigir las obras de su marido, ser la intérprete al piano en toda Europa, corrija las ediciones impresas y sea una gran compositora, el genio seguía siendo él.

La composición al parecer es cosa de hombres, es una actividad superior en contacto con lo divino, y ya se sabe que “Dios es hombre”.

En sus diarios en común Clara Schumann escribe: “Alguna vez creí que tenía talento creativo, pero he renunciado a esta idea; una mujer no debe desear componer. Ninguna ha sido capaz de hacerlo, así que ¿por qué podría esperarlo yo?

Amelia Die Goyanes recuerda que Alma Schindler, esposa de Mahler, quien prohibió componer a su esposa y a Anna María Scarlatti, hermana de Alessandro, compositora, que por su condición sufrió lo suyo.

El anonimato más ignominioso fue el destino de numerosas músicas, relegadas las más de las veces a esas músicas materno filiales.

Y la pregunta surge sola: ¿Es la música un vehículo de transmisión ideológica? 

Así, lo irrenunciablemente terrenal (nacimiento, muerte) es femenino y, las misas de coronación, los grandes oratorios litúrgicos, (óperas) son masculinos.

Carmen Cecilia habla de las compositoras en América Latina y Alicia Valdés de Cuba, contestando a la pregunta de si la situación es diferente en esos pagos, contestan que: “El patriarcado es un sistema generalizado de construcción social en el Planeta Tierra”.

En España, con una Ley de Igualdad, deberá obligar a su cumplimiento en la totalidad de ámbitos sociales, sino, por su ambigüedad, no será.

Pilar Ramos analiza el protagonismo que alcanzaron las mujeres en el teatro musical del siglo de Oro, en el que solían interpretar papeles de hombre.

Josemi Lorenzo Arribas trata de las presencias y de las ausencias de las mujeres en la historia de la música. Ana Vega Toscano describe un recorrido histórico de las compositoras españolas, comenzando por las juglaresas árabes.

El desconocimiento general de todo esto por parte de la inmensa mayoría de la gente hace reivindicar que forme parte en la educación general la historia de las mujeres en la música.

Ángeles Sancho Velázquez recuerda a la Salomé de Strauss y el mito de la mujer fatal y ¿cuál es el papel que representan generalmente las mujeres en las óperas?

O son tontas, mártires, locas o fatales; la mujer autónoma, responsable e inteligente se halla ausente, salvo en el caso de autoras feministas y las excepciones gloriosas en el Barroco y el Clasicismo y, desde luego ya llovió.

Para finalizar, la asociación Clásicas y Modernas, en colaboración con la Fundación SGAE Mujeres en la Música y Mujeres Creadoras de Música en España, publicó en el 2019 el estudio: “¿Dónde están las mujeres en la música sinfónica?

Los datos que refleja este ensayo estremecen a cualquiera: solo el 1% de las obras programadas por las orquestas sinfónicas españolas en la temporada 2016 – 2017 corresponden a mujeres. En el caso de obras de autoría española el porcentaje es del 2%. En este período sólo el 5% de los directores de orquesta son mujeres.

¿Existen estudios similares sobre el papel que juegan las mujeres en la música moderna: industria musical, composición, festivales, etc? La AMCE (Asociación de Mujeres Creadoras de Música en España) que aglutina a compositoras sinfónicas y modernas, ha participado en el estudio y presentó el pasado jueves 13 de febrero, una exposición con fotografías, videos y testimonios directos. En el Centro Cultural Conde Duque, en su Biblioteca Musical. Si cabe el desdoro todavía es mayor si cabe que en la música académica, sin referentes femeninos, enseñando composición a las alumnas con cánones masculinos.

música

Música y Medicina

Música y Medicina están unidas desde sus inicios. Las dos “M” buscan lo mejor para nosotros, nuestra felicidad. Por ello siempre han existido relaciones entre música y medicina. En la música prehistórica, la danza, el ritmo y la práctica religiosa eran importantes en el chamanismo y en los primeros procedimientos médicos. En el período clásico se investigaron cuestiones médicas en relación con la música, y durante la edad media en los conventos se conservó este conocimiento antiguo, ofreciendo atención médica ligada a las artes y la música. En el Renacimiento, la gran época de la música y la ciencia, se produjo una separación entre las ciencias naturales y las humanidades, cayendo en el olvido la relación entre música y medicina. Esta separación pervivió hasta el reciente desarrollo de la neurología y la psiquiatría. Lo médicos nuevamente se interesaban por la música. Esta historia de encuentros y desavenencias ha creado lazos de lo más curioso; veamos algunos.

  1. Musicoterapia. La pregunta sobre el papel de la música en el comportamiento humano, y hasta en el manejo de patologías orgánicas, es antigua. La noción de la música como terapia se basa la antigua creencia de que la música puede tener un efecto “curativo”, tanto para la mente como en el cuerpo, una idea ligada con frecuencia a conceptos mágicos y místicos de la enfermedad y la medicina. Sin embargo, hasta finales del siglo XIX y principios del XX, cuando se establecieron los fundamentos científicos de la medicina, no se pudo demostrar si la música tenía realmente un papel en la medicina. La música puede evocar y modular emociones y estados de ánimo, y también se han observado cambios en la actividad cardíaca, en la presión arterial y en la respiración: la frecuencia cardíaca y respiratoria son más altas en respuesta a música emocionante respecto a la música tranquilizadora. Métodos radionucleares han mostrado el efecto de la música en el cerebro, produciendo cambios en la actividad de estructuras como la amígdala, el hipotálamo y la corteza insular y orbitofrontal. Todo ello ha llevado a utilizar la música en psicoterapia, pedagogía terapéutica y hasta en la atención médica.

La discusión sobre la musicoterapia es si los diversos estudios sólo han conseguido que progrese de la “no ciencia” a ser una ciencia blanda, o si realmente hay datos sobre efectos positivos en patologías médicas. El Ministerio de Sanidad publicó en 2011 un documento que analizaba las mal llamadas “terapias naturales”. En el documento se utilizaba la clasificación del National Center for Complementary and Alternative Medicine norteamericano, y dentro de las técnicas de la mente y el cuerpo se situaba a la musicoterapia, junto al yoga, la meditación, la kinesiología, la hipnoterapia, la sofronización o el arteterapia. Y es que colocar el apellido “-terapia” a algo es sencillo: risoterapia, musicoterapia, iridio terapia, talasoterapia, etcétera. Pero ¿son realmente terapias? Si entendemos la salud como mero bienestar, podrían serlo, porque pueden hacer que una persona se sienta bien y hasta se puede mostrar su beneficio en el sistema nervioso y cardiovascular. La explicación del bienestar que produce la música es amplia: crea un entorno relajante y delicado (lejos de lo que muchas veces se encuentra en un hospital o en un centro de salud), puede generar confianza, etcétera. De ahí a postular que la música puede curar un infarto o una neumonía hay un trecho muy largo. Pero usarla para buscar relajación, concentración o tranquilidad en patologías psiquiátricas, neurológicas o cardíacas, si se hace con rigor, bienvenido sea.

  1. Medicina para los músicos. En los años 80 del siglo XX se desarrolló la medicina de las artes escénicas: el estudio de los problemas médicos de los músicos escénicos. Y es que más del 75% de los músicos presentan, en algún momento de su carrera, algún problema médico relacionado con la práctica de su actividad musical. Desde entonces se han creado cantidad de unidades especializadas en las afecciones de los músicos. Un ejemplo lo encontramos en la Unidad de Medicina de la Música y las Artes Escénicas del Hospital de Manises, un servicio público en la Comunitat Valenciana. Según se puede leer en su página web, las afecciones varían en función del instrumento utilizado, por lo que es fundamental recibir una atención especializada por expertos en medicina de la música. Si no es así los problemas corren el riesgo de cronificarse y hasta de llegar a incapacitar para tocar el instrumento. En la unidad se da una atención integral por parte de un equipo multidisciplinar con rehabilitadores, traumatólogos, otorrinolaringólogos, neurólogos, dermatólogos, alergólogos, fisioterapeutas, logopedas, psicólogos o nutricionistas. 
  2. Músicos y médicos. Existen muchos médicos que cultivan la música, bien como aficionados, como intérpretes o ambas cosas; sin olvidar que también los hay compositores. Esto ha llevado a la creación de grupos, corales, bandas y orquestas de médicos, así como a la celebración de certámenes de todo tipo de músicas, con intérpretes también médicos. Por glorificar a los médicos-músicos, pondremos algunos ejemplos. Si comenzamos por la música culta, podríamos comenzar por el médico, poeta y músico inglés del siglo XVI Thomas Campion. Tañedor de laúd, Campion fue un delicado compositor de música vocal. Una muestra posterior la encontramos en el compositor ruso Aleksandr Borodin miembro del Grupo de los cinco. Hijo ilegítimo de un príncipe, Borodin fue médico, químico y un compositor único. A pesar de su excelencia musical, se ganó la vida más con la química que con la composición. Un caso diferente fue Héctor Berlioz. Hijo de médico, no acabó la carrera de medicina espantado con las disecciones anatómicas. Albert Schweitzer, médico alemán de espíritu renacentista, fue un magnífico pianista, con composiciones nada desdeñables. Pero no todo es música clásica. El jazz, el rock, el blues o el flamenco también se han poblado de médicos con una guitarra o un saxo. El otorrinolaringólogo Jorge Drexler es un conocido compositor de música popular, ganador del Óscar a Mejor canción original en 2004 por Al otro lado del río. ¿En España? Tenemos al Gran Wyoming que, no olvidemos, comenzó tocando en el grupo Paracelso y con el Maestro Reverendo en la movida madrileña.

La Medicina, tradicionalmente abonada al hombre, se halla sujeta a una transformación profunda, dada la mayoritaria presencia de mujeres en su seno, con responsabilidades cada vez mayores en todos sus ámbitos. El pie de igualdad es todavía relativo, bien sea por su vertiente reproductiva y de cuidado sostenible de la prole, tan sujeto hasta ahora, a esa mal llamada condición de género.

Es de esperar y desear que su protagonismo no siga el del mundo musical y en ambos ocupe el papel que como tal y en pie de igualdad adaptativa le corresponde.

Yo he procurado no hacer ningún distingo  con mis residentes, mayoritariamente mujeres (en toda mi vida docente, sólo tuve un varón como médico residente).

No creo que me hubieran dejado…

Referencias:

  1. Thaut MH. Music as therapy in early history. Prog Brain Res. 2015;217:143-58.
  2. Gasenzer ER, Neugebauer EA. The relations between music and medicine in history and present. Dtsch Med Wochenschr. 2011 Dec;136(51-52):2644-51.
  3. Sacks O. Musicofilia: Relatos de la música y el cerebro. Anagrama, Madrid, 2015

Unidad de Medicina de la Música y las Artes Escénicas

Disponible en: https://www.hospitalmanises.es/unidad-medicina-la-musica-las-artes-escenicas/

5.Torre-López E. Afinidad de los médicos con la música. El paradigma de la amistad entre Billroth y Brahms. Rev Hematol Mex. 2016 abril;17(2):73-76.

Este artículo se ha escrito con el fondo musical de Radio 3, del podcast del programa Saltamontes: “Dave Alvin tras los pasos de Miles Davis y de Teo Macero”, del día 14/02/2020. Escucha a Beth Hart y a Joe Bonamassa en el album “See Saw”.

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