Domingo Fontán fué un Geógrafo adelantado una centuria a su tiempo. Su Carta Geométrica de Galicia, un mapa que retrata con un rigor tal, impropio de su tiempo, resultado de 20 años de trabajo riguroso, no superado hasta llegar la época satelitaria. Un gallego extraordinario que lo logró en 1834.
Domingo Fontán Rodríguez (Porta do Conde), Portas, 17 de abril de 1788 – Cuntis, 24 de octubre de 1866), ilustrado gallego, matemático, político y geógrafo español, conocido sobre todo por ser el autor del primer mapa topográfico y científico de Galicia.
Yo, como buen foráneo, desconocía su existencia hasta que mi suegro, q.e.p.d, otro científico memorable que alumbró esta olvidadiza Galicia, El Profesor Dr. Don Ernesto Vieitez Cortizo, me hizo saber de su existencia.
Segundo de cinco hermanos, recibió enseñanzas de su tío materno, Sebastián Rodríguez Blanco, párroco de Noya, en la que pasó los estíos juveniles en los que aprendió inglés y francés de presbíteros emigrados de Francia tras la Revolución de 1789.
Una vida vinculada en su mayor parte a la Universidad Compostelana, en donde comenzó los estudios de Filosofía con doce años, logrando el título en 1802 con 14 años. Estudia lengua hebrea y la Biblia. Estudió Leyes y Cánones, Ciencias Exactas y Teología. En 1811 inicia su carrera docente sustituyendo al catedrático de Retórica y Bellas Artes. Le siguieron otras sustituciones (Lógica y Metafísica, 1813-14). Profesor de Francés e inglés (en el Colegio de San Clemente, Licenciado en Filosofía a los 26 años. En 1813-14 cursa estudios de Matemáticas con José Rodríguez González, quien le inspiró la idea de llevar a cabo la triangulación geodésica de Galicia para levantar su Carta Geométrica. Se licencia en Artes en 1813-14, sustituyendo la cátedra de Lógica y Metafísica. Es denunciado por liberal en 1814, es absuelto por sentencia dictada por la Real Audiencia de Galicia el 3 de junio de 1815. En el curso 1814-15 sustituye a su maestro en la cátedra de Matemáticas Sublimes, impartiendo docencia hasta 1818, año en el que es nombrado Presidente de la Academia de Filosofía.
En 1817 inicia sus trabajos de medición para realizar la carta Geométrica de Galicia, invirtiendo unos 17 años. En 1818 cubre la cátedra de Física Experimental. En junio de 1820 se incorpora a la Secretaría de la Diputación Provincial de Galicia en La Coruña.
En 1829 remite al Rey Fernando VII una memoria sobre los adelantos prácticos de su Carta Geométrica y el 6 de abril del mismo año una Orden Real le encarga el trazado de todas las carreteras de Galicia.
En 1834 acaba los trabajos de la Carta y se presentó oficialmente a la Reina Regente, María Cristina de Borbón-dos Sicilias, quien mandó imprimirla, lo cual no tuvo lugar hasta 1845 en París. Fue el primer mapa realizado en España con métodos científicos y mediciones matemáticas.
Fue nombrado Catedrático de Geometría, Mecánica y Delineación, aplicaciones a las Artes, con destino en la Escuela especial de la Sociedad Económica de Santiago.
En 1834, también fue nombrado por la Reina Regente Director del Observatorio Astronómico de Madrid.
Su telescopio se halla en la actualidad en la Biblioteca del Pazo de Fefiñanes en Cambados, pudiendo visitarse en directo.
Primeros pasos
De Diego Delso, CC BY-SA 4.0, Enlace
Más tarde fue elegido diputado por el Partido Liberal Moderado por la provincia de Pontevedra en 1836, puesto que ocupa hasta 1843, año de su retiro. Miembro de diversas comisiones parlamentarias que trataron los grandes temas de la política nacional.
Participó en la creación de la primera fábrica de papel de Galicia, construida en Lousame en 1810 y trabajó en el diseño del trazado de la primera línea férrea de Galicia, construida en Lousame en 1863, que unió Santiago de Compostela con Carril, proyecto aprobado en Las Cortes Españolas en 1861, y que no fue inaugurado hasta 11 años después.
Sus restos reposan en el Panteón de Gallegos Ilustres, en la iglesia del convento de Santo Domingo de Bonaval, en Santiago de Compostela.
Casado con Manuela Ribas (después Rivas) y Gómez.
Sólo, con un caballo, un cuaderno, unos cuantos instrumentos cartográficos y una frase de su maestro, (José Rodríguez) grabada a fuego en su mente: “Toda nación civilizada que desea la prosperidad de su país debe tener a la vista un diseño exacto de este”, dotando a su tierra gallega, del rostro que ayudaría a entenderla mejor.
Un palomar del Pazo de Sobrecarreira fue el campo de pruebas en donde empezó todo.
Anotaciones de cuaderno.
En él comenzó a trazar ángulos con sus aparatos y su plancheta, y a efectuar anotaciones de los accidentes geográficos que observaba en el horizonte, calculando sus distancias. Aparatología y herramientas cartográficas más precisas y modernas del momento, que trajo de sus viajes por Europa, así como obras de los geógrafos de referencia del continente, aplicando el sistema métrico decimal, apenas utilizado en España.
¿Cuál sería el punto de partida para ubicar las medidas en un determinado punto de la Tierra?, estaba cerca del domicilio propio, en la Rúa do Vilar en Santiago: la Berenguela, la torre del reloj de la Catedral, sería la primera estación desde donde se mediría el resto de la Carta Geométrica de Galicia.
“Encontré la latitud de la Torre de la Catedral por más de 144 observaciones astronómicas de la Polar, y por otras 200 de Orión y por alturas meridianas del sol”, anotó en sus cuadernos de trabajo. Ubicado su punto de partida, faltaba una recta con una medida exacta, que fuese el primer lado de los múltiples triángulos con los que iba a construir el mapa. Cuestión difícil en Galicia por su relieve ondulado, escarpado y con escasas llanuras. A pesar de su dificultad lo logró trazando la línea al norte de la ciudad de Santiago de Compostela, entre Boisaca y Formaris.
Para facilitar el trabajo, Domingo Fontán decidió dividir Galicia en dos partes, la oriental y la occidental. Comenzó por el oeste, y pocos años después se centró en terminar la parte este, para la que trazó otra recta en O Corgo, cerca de Lugo. Y midió también las zonas fronterizas con Portugal, Castilla y León y Asturias, para facilitar una posible extensión de la Carta al resto de la Península.
Antecedentes
Su maestro José Rodríguez fue un matemático de referencia internacional, autor de algunos de los trabajos que definieron el sistema métrico decimal, también sumido en el olvido patrio. En 1808 presentó ante la Junta Suprema Central del Reino el proyecto de elaborar un mapa general de España, que no vio la luz debido a la Guerra de la Independencia, la conflictividad política y los encargos del extranjero (la oferta del zar Alejandro I para dirigir el observatorio de San Petersburgo, que finalmente rechazó).
El trabajo de Fontán requería gran precisión, constantes correcciones, que obligaba a recorrer palmo a palmo el terreno para no dejar ningún detalle al azar. En la época vivida por Fontán, Galicia era una de las zonas más pobladas de la Península Ibérica, con una población muy dispersa (la mitad de los núcleos de población de toda España se halla en Galicia, INE).
De este modo, Fontán y sus ayudantes ocasionales se subían a lo alto de las montañas, de los campanarios de las iglesias, anotando ríos, puentes, posadas, ferias, herrerías, monasterios… Más de 27.000 kilómetros cuadrados que el geógrafo pisó casi metro a metro. Cada estación era un vértice para trazar una nueva rama de triángulos, y era también un nuevo trazo para conocer mejor Galicia. Todo halló acomodo y quedó registrado en la Carta.
A bastantes kilómetros de distancia, su hermano Andrés, muy unido a Domingo durante todo el periplo vital, realizaba un trabajo indispensable para el éxito del proyecto. Diariamente y a la misma hora, Domingo y Andrés tenían un cometido, a nivel del mar, en Noia, y dónde Domingo se hallase, calculaban la presión y la temperatura, calculando la altura de los vértices en los que se encontraba Domingo, haciendo mucho más exacto el mapa.
Del terreno al papel
Cuando acabó de recorrer Galicia, Fontán afrontó la siguiente fase del proyecto: poner sobre el papel los miles de anotaciones realizadas durante años. En diciembre de 1834, tras múltiples obstáculos y revisiones, la Reina Regente María Cristina vio de primera mano el manuscrito de la Carta y autorizó los trabajos de su grabado.
Si bien, ello tendría que aguardar 11 años más para que el rostro de Galicia pudiese empezar a difundirse por el país adelante. Las dificultades económicas y técnicas para realizar el grabado (por las considerables medidas de la Carta) obligaron a Fontán a viajar a París. Mejorando durante estos años la precisión de la obra a través de las correcciones y nuevos cálculos que enviaba al taller de París constantemente.
Por fin, en 1845, fue posible sacar una tirada de cientos de ejemplares que viajaron hasta el puerto de A Coruña, para ser repartidos desde allí al resto de Galicia y de España. Hoy, algunas de estas copias del grabado presiden lugares de referencia en Galicia, como el Parlamento, la Real Academia da Lingua, la Facultad de Geografía de Santiago, donde estudió e impartió docencia Fontán y en la Casa-Museo de Otero Pedrayo, uno de los mayores admiradores de la obra y figura de Fontán, y que utilizaba la carta como Guía de Viajes para moverse por Galicia.
La vida y obra de Domingo Fontán no se limitó a la Carta, como dice su tataranieto César Camargo, Director de la Fundación Domingo Fontán “harían falta varias vidas para vivir lo que él vivió”.
Logros
Político entre 1836 y 1843 obtuvo el acta de diputado en las Cortes por Pontevedra, Lugo y A Coruña.
Empresario, al heredar la fábrica de papel de Lousame, cerca de Noia, que gestionó durante varios años.
En sus últimas etapas vitales fue testigo de la utilidad de su carta para el desarrollo de Galicia, su gran anhelo.
La primera línea de ferrocarril entre Cornes (en Santiago) y Carril (Villagarcía de Arosa) se proyectó en base al consejo de Fontán y a su mapa. Participó en el diseño de la vía y fue uno de sus concesionarios. Sin embargo no la vio terminada ya que en 1866, 7 años tras su inauguración (la primera línea de ferrocarril de Galicia), fallece a causa de una cistitis en el balneario de Cuntis, muy cerca de su aldea natal de Porta do Conde.
Esta figura clave de la cultura gallega, reposa como se dijo al principio en el Panteón de Galegos Ilustres, en compañía de Rosalía de Castro y Castelao, desde 1988, figura que ha pasado desapercibida por amplios sectores de la sociedad, absolutamente desconocido en el resto de España a pesar de haber trazado el primer mapa científico de la península ibérica, que tardó mucho tiempo en ser igualado.
Pese a todo ello, la novela Fontán, de Marcos Calveiro y el ensayo, La Otra Idea de Galicia, de Miguel Anxo Murado, rescatan la magnitud la luz de esta figura.
El pasado 8 de octubre la Real Academia Galega de Ciencias honró al cartógrafo/topógrafo con motivo del día de la Ciencia en Galicia, recordando la vida y la obra del autor de la Carta Geometrica de Galicia.
Hace unos dos años la Xunta de Galicia utilizó para conocer y administrar el territorio esta herramienta/joya cartográfica que superpuesta a las imágenes aéreas de los años 50, a las imágenes por satélite y a la ortofotografía aérea, constató la exactitud y precisión de las medidas y ubicación de los lugares marcados por Fontán respecto a lo registrado, 100 años después, mediante herramientas de coste millonario en euros, constatando una desviación de apenas unos cientos de metros.
Y, un pequeño y gran detalle del autor: marcó para siempre en la carta el lugar de dónde vino, en Porta do Conde, su aldea, a la que yo acudí, con motivo de la realización de los cursos de Viticultura Biológica y Enología en Portas, bajo el amparo de la UNED, buscando su hogar, y preguntando a un paisano que estaba apañando su viña, me dijo: “siga cara adiante e cando vexa unhas pedras, esa é, a casa de don Domingo Fontán”, en la que puede leerse entre paréntesis, bajo el nombre del lugar, “Patria del autor”.
Recordar que nos hallamos en pleno Val do Salnés en la D.O. Rías Baixas.
Obvian comentarios. Gracias Ernesto, que estás en los cielos, por recordarme que lo que más duele en la vida, es la ingratitud.
Para mis hijos, Javier Fermín y Elena, y a Álvaro, por su ayuda en recordar y agradecer desde decataencata.com.
Existen rutas e itinerarios diversos, y, no estaría de más incluir esta de Portas para honrar a
aquellos que nos hicieron mejores con sus actos y ejemplo.
Un vino en el viaje: Frailes do Mar, albariño 12% vol. Precio entre 5-7€. Excelente para acompañar paella o arroz caldoso. Natural de Dena. Val do Salnés. D.O. Rías Baixas.
De Antonio María Esquivel – Gran Enciclopedia Galega Silverio Cañada, Dominio público, Enlace