Para hablar de vino con un niño, hay que contar con un discurso adaptado a su edad y a su nivel de madurez.
Las diversas investigaciones han demostrado que un niño recibe gran cantidad de mensajes banales o reforzantes sobre el consumo de bebidas alcohólicas, inductores del consumo tardío e intensivo de alcohol.
Guylaine Benech, consultora de formación en salud pública, especialista en prevención del consumo de alcohol en la adolescencia y autora del libro “Les jeunes et l´alcool”, publicado por ediciones Dunod, dice en él mismo que: En francia, es un producto destinado a los adultos pero que los niños descubren su existencia muy pronto. Esta bebida que acompaña la comida de numerosas familias y que participa en la mayor parte de celebraciones y festividades, alcanza un consumo medio de 74 botellas anuales por habitante, representando el 58% del consumo de alcohol en Francia.
Así descubren los niños su existencia, analizan los mensajes provenientes de su entorno (televisión, radio, publicidad y tantos otros) todos ellos sobre el alcohol y en especial sobre el vino, en consecuencia es muy importante que los padres pongan nombre a todo aquello que el niño percibe, transmitiendo un mensaje preventivo adaptado.
Algunas reglas básicas
No existe una edad mínima para empezar a hablar del vino con un niño. Pese a su escasa edad es capaz de entender algunos mensajes básicos.
- Tener un discurso adaptado a su edad y a su nivel de madurez.
- Escucharle. Comenzar la conversación preguntándole, para saber qué es lo que sabe y piensa al respecto. ¿Qué hacen los mayores cuando beben vino? ¿Se sienten bien? Sus respuestas son sorprendentes.
- Procurar una aproximación equilibrada. No exagerar la peligrosidad del vino y no banalizar su consumo.
- No elogiar el vino, no alabar su sabor. Decidles que a algunas personas les gusta beber y a otras no.
- Aprovechar cada ocasión. Lo ideal para empezar la conversación es aprovechar cualquier situación que se presente, por ejemplo, cuando algún miembro de la familia bebió más de la cuenta el día anterior? Te cruzaste con una persona en estado de embriaguez en la calle, proponle hablar sobre ello.
- Analizar los propios sentimientos al respecto. Pese a la delicadeza que implica el hablar del vino con el niño, sobre todo cuando existe un familiar alcohólico o incluso cuando uno mismo tiene problemas con el mismo, conviene consultar con un especialista que a buen seguro nos ayudará y nos proporcionará un consejo acertado.
- Hay que ser sumamente riguroso y transmitir solamente informaciones científicamente veraces y ajustadas a evidencia. Desconfiar de los clichés en torno al vino: “es bueno para la salud”.
¿Qué decir concretamente?
Algunas informaciones deben transmitirse al niño, según sea su edad y las cuestiones que él propone.
- El vino es una bebida alcohólica como las otras y por tanto peligrosa.
- El vino provoca embriaguez, puesto que el alcohol es un “psicotropo” que altera el funcionamiento normal del cerebro. Los adultos lo beben por su sabor y por el placer de experimentar la embriaguez. Beber una copa procura en general una sensación, en los adultos, de bienestar. Y si toman varias copas, progresivamente se embriagan y pueden tener comportamientos inapropiados y peligrosos.
- El alcohol contenido en el vino es una droga. El vino puede provocar adicción intensa. El alcoholismo es una enfermedad del cerebro. Si un familiar lo sufre, explicarle que se trata de una persona enferma, que ha perdido la libertad de abstenerse ante su consumo. Los médicos y las asociaciones pueden ayudarle.
- El vino es nocivo para la salud. El alcohol que contiene es nocivo para el hígado, el corazón, el cerebro y otros órganos. Una persona que bebe habitualmente, aunque sea una sola copa al día, aumenta el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades tales como el cáncer.
- Un adulto puede beber un poco de vino ocasionalmente sin peligro siempre y cuando respete los límites establecidos por las autoridades sanitarias (núnca más de dos copas de vino diarias y núnca todos los días). No debe beberse alcohol durante el embarazo. No basta con decirle al niño que hay que beber con moderación: esta noción no significa ni dice nada, puesto que no cuantifica de forma precisa.
- Un niño no debe beber vino ni siquiera gustarlo. Su hígado y cerebro son inmaduros y el alcohol puede dañarlos. además de incrementar el riesgo de desarrollar una adicción durante su vida.
- Un adolescente tampoco debería beber vino. El alcohol es particularmente peligroso para su cerebro, más vulnerable que el de un adulto, dado que el desarrollo cerebral se completa en torno a los 25 años de edad. Algunos jóvenes beben alcohol, debiendo decirles que no están obligados a hacerlo y, que llegado el momento deberán ser ellos mismos los que decidan y no a través de la presión del grupo, siempre debemos estar abiertos a hablar con ellos y sobre todo a escucharlos.
- En casa no debemos beber vino, cerveza, ron ni mojitos y si se hace debemos realizar una aproximación informando sobre el alcohol que contienen y que siendo siempre el mismo, cambia su graduación y cantidad. Poco importa el envase si no porta mensajes preventivos.