Aberración para algunos, dulzura matutina para otros, la adición de leche en el café divide las papilas gustativas en el desayuno. Pero, ¿es un hábito saludable para el cuerpo? Hagamos balance.
Mientras que muchos dicen que no pueden prescindir de un café por la mañana, otros quieren acompañar el líquido negro amargo con un toque de leche caliente, o incluso ahogarlo en un océano lechoso. Tan codicioso como es para estos aficionados, ¿es la bebida beneficiosa para el cuerpo? Desde la nube hasta la «avellana» pasando por el consiguiente café con leche, ¿existe el riesgo de diluir demasiado la bebida y borrar el efecto potenciador de la cafeína? ¿Es saludable desde un punto de vista digestivo? Algunas respuestas.
Los efectos de la cafeína
La tacita de café negro está llena de beneficios conocidos y bien documentados. Los efectos del café y en especial de la cafeína que contiene, una molécula con propiedades estimulantes y protectoras del deterioro cognitivo. Esta infusión contiene también valiosos antioxidantes como son los polifenoles, con un efecto hipotensor y protector del envejecimiento, limitando la rotura del ADN y reduciendo la inflamación de los tejidos.
¿Pero qué sucede cuando le añadimos leche?
Todo va a depender de la dosis inicial de café y, por tanto, de la cantidad de cafeína que contenga, debiendo respetar las dosis recomendadas. Demasiada cafeína puede provocar nerviosismo, trastornos del sueño y problemas cardiovasculares. Según la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria), un adulto sano no debe exceder la cantidad de 400 mg durante todo el día (200 mg en mujeres embarazadas), el equivalente a cuatro o cinco tazas de café de filtro durante todo el día).
Un mejor efecto antiinflamatorio
La interacción de la leche con la de las propiedades antioxidantes del café sigue siendo objeto de debate científico. Un trabajo reciente de la Universidad de Copenhage, publicado el 30 de enero de 2023 en la revista científica: Journal of Agricultural and Food Chemistry, indica que el café con leche tendría mejores efectos antiinflamatorios que el café negro solo. Tras realizar un estudio in vitro, los investigadores hallaron que el poder antioxidante de los polifenoles del café era doblemente efectivo cuando se combinaba con los aminoácidos contenidos en la leche.
Esta hipótesis no se ha confirmado dado que no se ha estudiado ni en animales ni en humanos.
En estudios llevados a cabo en el año 2010 en el Centro de Investigación de Nestlé en Suiza, se llevaron a cabo estudios para valorar la composición del plasma sanguíneo tras la ingesta de diferentes recetas de café y al parecer, la adición de leche entera al café no alteraba la biodisponibilidad de los polifenoles del café.
Sensación de plenitud pero no siempre de digestibilidad
Después de ingerir un café con leche, se puede tener sensación de saciedad, ya que la leche contiene proteínas de efecto saciante. Solamente para algunas personas, esta sensación de saciedad se acompaña de molestias digestivas, hinchazón, náuseas e incluso tránsito intestinal acelerado, que pudiera deberse a la intolerancia a la lactosa, un azúcar de la leche que habitualmente es absorbido en el intestino delgado mediante una enzima llamada lactasa, que con la edad va desapareciendo gradualmente con lo que no digerimos la lactosa tan fácilmente con el paso del tiempo, pero si dejamos de consumir leche desaparece.
El café estimula los movimientos peristálticos (del intestino), causantes del malestar digestivo, pero no hay que olvidar su acción beneficiosa sobre la digestión. Gracias a la fibra insoluble que contiene, el café mejora la calidad de la microbiota intestinal. Mejora la bilis y las secreciones pancreáticas, promoviendo una mejor digestión de los macronutrientes (grasas, proteínas y carbohidratos).
Una alternativa al azúcar de mesa consumiéndola con moderación
Para los que consumen leche como adultos que no sienten molestias digestivas, la leche puede ser un activo puesto que el poder edulcorante de la lactosa proporciona una alternativa más saludable al azúcar de mesa y a los edulcorantes.
Como siempre, la moderación es la buena consejera, debiendo ingerir la leche con mesura, consumiendo un promedio de 2 porciones de productos lácteos por día para adultos (3 a 4 para niños y personas mayores), por ejemplo, un vaso de leche, o también un yogur o un trozo de queso rico en fermentos y calcio.
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