Los vinos naturales transmiten algunos clichés*…
A veces son la prerrogativa de un público más bien urbano y de ideología de izquierdas, pese a que algunas añadas alcanzan precios bastante elitistas,
Como bien me recuerda ocasionalmente mi buen amigo Jean de Pau, “nosotros los franceses solemos tener el corazón a la izquierda pero la cartera a la derecha”…
Como ya suele ser costumbre, se podría decir que, los resultados electorales en las pasadas elecciones para el Parlamento Europeo, resultaron auténticamente implacables. Dondequiera que votase la izquierda en la ciudad luz de París, se compra y se consume vino natural.
Para comprobarlo consultamos a la revista Raisin, la aplicación de referencia para los amantes del vino, que se esfuerza por listar los establecimientos que ofrecen al menos un 30 % de vino natural en sus establecimientos comerciales.
El mapa interactivo es inequívoco: hay cientos de propuestas en el este de París, histórica y políticamente de izquierdas, mientras que el oeste urbano parisino se halla más desnudo de oferta y presumiblemente de consumo. En concreto, el distrito XVI, es el único en el que la derecha tradicional obtuvo el primer lugar en las encuestas, en el que solo disponen tan apenas de diez locales en que disfrutar de los vinos naturales, pese a ser uno de los distritos parisinos más poblado.
Los pequeños “vignerons” con auténtica vocación por las cosas bien hechas y del modo más natural posible, una tarea delicada en el país vinícola más poderoso, pero que elaboran unos vinos generosos en sabrosidad, aromáticos, sorprendentes, espectaculares… Tuve la oportunidad reciente de degustar los vinos del Domaine Curtet, de Saboya, a los pies del Ródano, cuyas plantaciones asientan sobre un suelo de sílice (arena de fondo marino compactada y fosilizada), unos vinos con apenas tanicidad, mucha frescura y sin estridencias ácidas, ideal para chatear, para tapear, para tontear, para “veranear”… Cultivan Rousette (blanca), gamay, pinot noir y mondeuse, autóctona de la región. Otra prueba que me envió “mon amí” Jean, desde Pau, fue el Cru Morgon proveniente del corazón del Beaujolais, un vino igualmente fresco con aroma maravilloso, que debe a la gamay, recordando a la violeta, a la cereza negra madura y algo al regaliz. Se elabora en el Domaine M. Lapierre.
Otro regalito, el Domaine Antoine Leinhardt, de la Borgoña (de la Côte de Nuit), que no le falta de nada, lo tiene todo, frescura, aroma a arándanos, cereza madura, con mucha personalidad, delicioso, con nervio, redondo y el tanino discreto. Cultivan Chardonnay, Pinot Noir y aligoté (la uva blanca de la Borgoña). Un encanto.
Vinos naturales muy “bien terminados”, con los que he disfrutado. En España también los tenemos excelentes. Somos potencia junto a Italia. Para evitar que sean simplemente mostos, es muy importante celar en su acabado correcto y con recorrido.
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