Hoy en decataencata.com vamos a intentar explicar la mala relación entre el hígado graso y la cerveza. Apuntaremos a hábitos y alternativas para conservar nuestra salud. Esperamos que os entretenga .
La hepatopatía crónica se define como la alteración persistente (más de 6 meses) de las pruebas de función hepática asociada a grados variables de necrosis hepatocelular, infiltrado inflamatorio y fibrosis hepática. La cirrosis hepática es el estadio final en la evolución de la hepatopatía crónica y se caracteriza por la progresiva fibrosis del parénquima (tejido hepático) con distorsión de la arquitectura hepática y formación de nódulos de regeneración. Una vez alcanzado este estadio aparecen las complicaciones características secundarias a la hipertensión portal y a la disfunción hepatocelular.
La hepatopatía crónica y la cirrosis constituyen un momento diferente en la evolución de la enfermedad hepática por lo que las causas (etiologías) y el proceder diagnóstico son similares.
Causas
Existe una amplia variedad de causas de hepatopatía crónica y cirrosis. En nuestro medio más del 90 % de los casos se deben al alcohol, a la infección por el virus de la hepatitis C y a la enfermedad grasa hepática no alcohólica. A nivel mundial tiene una gran relevancia la enfermedad por el virus de la hepatitis B por su alta prevalencia en los países en desarrollo. En la actualidad y en un futuro próximo vamos a asistir a un cambio epidemiológico con descenso de la incidencia de la enfermedad por virus de la hepatitis C (tras la aplicación de tratamientos antivirales) y a un progresivo aumento de casos de hepatopatía asociada a enfermedad grasa hepática no alcohólica.
Causas de hepatopatía crónica y cirrosis
Hepatitis crónica vírica: hepatitis B, C y D. Tóxicos: Alcohol y fármacos. Hepatitis autoinmunes. Colestasis crónicas: cirrosis biliar primaria, colangitis esclerosante primaria y atresia biliar. Patologías vasculares hepáticas: Síndrome de Budd-Chiari. Insuficiencia cardíaca, pericarditis constrictiva y enfermedad venooclusiva. Trastornos metabólicos: enfermedad grasa hepática no alcohólica, hemocromatosis, enfermedad de Wilson, déficit de alfa antitripsina y porfirias hepáticas. Otras: enfermedad celíaca, sarcoidosis y enfermedad de Rendu-Osler.
¿Cómo se diagnostica?
La historia clínica, en especial la farmacológica (actual y pasada) es vital. Hay que preguntar por los factores metabólicos como las alteraciones de los lípidos, diabetes y obesidad, la ingesta de alcohol y los factores de riesgo para las hepatitis por virus (virales), transfusiones de sangre y hemoderivados, uso de drogas por vía parenteral, tatuajes, conductas sexuales de riesgo, consumo de suplementos nutricionales o de herbolario y medicinas alternativas, antecedentes familiares, viajes y procedencia geográfica. Haber sufrido o presentado hinchazón de los pies, ascitis*, coloración amarillenta (ictericia), hemorragia digestiva o la llamada encefalopatía.
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¿Cómo se explora físicamente?
Pese a ser anodina al principio, le van a palpar el abdomen en busca de estigmas de hepatopatía avanzada y cirrosis: hepatomegalia – crecimiento del hígado y del bazo -, hinchazón abdominal, coloración amarilla de la piel y de las mucosas, temblor fino de los dedos de las manos (asterixis), presencia en la piel de las llamadas “arañas vasculares” *, enrojecimiento de las palmas de las manos, crecimiento mamario (ginecomastia), atrofia muscular de las extremidades, pérdida de vello y tendencia a la hipotensión (Valores bajos de presión arterial).
Enlaces relacionados :
- https://www.niddk.nih.gov/health-information/informacion-de-la-salud/enfermedades-higado/esteatohepatitis-no-alcoholica/sintomas-causas
- https://www.elsevier.es/es-revista-atencion-primaria-27-articulo-esteatosis-hepatica-no-alcoholica-puesta-13125408
- https://liverfoundation.org/es/enfermedades-del-HIGADO/enfermedad-del-h%C3%ADgado-graso/esteatohepatitis-no-alcoh%C3%B3lica-nash/
Estudio de laboratorio
Tu médico te va a solicitar un estudio básico de sangre que incluye lo que llamamos enzimas de citolisis (GOT/AST y GPT/ALT), de colestasis (GGT y fosfatasa alcalina) y la bilirrubina total en suero y, según predominen unas u otras el médico podrá orientar la causa. La alteración en los marcadores de síntesis hepática (albúmina y tiempo de protrombina) que sugieren una enfermedad evolucionada con afectación de los mecanismos de síntesis hepática. La presencia de lo que llamamos trombopenia asociada o no a pancitopenia (depleción de plaquetas y otras células sanguíneas) es característico de la cirrosis hepática con hiperesplenismo – aumento del bazo -. Una primera aproximación que nos orienta sobre si estamos ante una hepatopatía crónica o ante una cirrosis establecida. Y así, se inicia el estudio causal (etiológico) solicitando serologías virales, el perfil de lípidos, el del hierro, la llamada ceruloplasmina, inmunoglobulinas, inmunidad hepática y la no órgano específica.
Pruebas de imagen
La ecografía abdominal es la piedra angular en el estudio de la hepatopatía, tanto inicial como para el control evolutivo. Permite el diagnóstico de hepatopatía crónica y cirrosis así como la presencia de hipertensión portal y puede orientar el diagnóstico de enfermedad grasa hepática no alcohólica así como el diagnóstico precoz del carcinoma hepatocelular. La TAc y la resonancia magnética (RM) aportan información complementaria, con una indicación individualizada según contexto clínico. En el control de los grados iniciales de fibrosis se utiliza la elastografía de transición (FibroScan), técnica basada en el grado de propagación de las ondas a través del parénquima siendo esta proporcional al grado de fibrosis.
Biopsia hepática
Es el patrón de oro para determinar la causa. Se realiza por vía percutánea, transyugular o quirúrgica. Se indica en casos de alteración persistente del perfil hepático sin llegar al diagnóstico por otras vías, para estadificar y determinar las enfermedades hepáticas crónicas o para el diagnóstico de enfermedades generales o el de lesiones ocupantes de espacio.
Relación entre el hígado graso y la cerveza
El alcohol es el agresor clave del hígado, pero en qué cantidades provoca daño. Vamos a pasar de lo general a lo concreto, de la hepatopatía crónica a la esteatohepatitis grasa alcohólica.
Como bien sabes, el hígado es un órgano integrante del aparato digestivo que cumple funciones esenciales para el funcionamiento correcto del organismo. Está implicado en la absorción y metabolización de los nutrientes y en el proceso de eliminación de toxinas.
El hígado graso es una afección basada en la acumulación de grasa en los hepatocitos (células hepáticas). Cuando ello se debe al consumo crónico y abusivo de alcohol, recibe el nombre de esteatosis hepática alcohólica, es la fase inicial del daño hepático, que si se deja evolucionar acarrea consecuencias graves. Cuando el hígado graso se inflama, nos hallamos ante la esteatohepatitis y, si sigue acumulando grasa, disminuye la cantidad de tejido sano que se ve sustituido por cicatrices (fibrosis), la llamada cirrosis, el estadio más avanzado del hígado graso, en el que se ven impedidas sus funciones, desarrollándose la insuficiencia hepática y el carcinoma hepatocelular (cáncer de hígado).
Y todo ello ocurre de forma silente (sin manifestaciones de síntomas) con la plena ignorancia de la persona, realizándose el diagnóstico cuando tienen lugar las complicaciones y la enfermedad evoluciona a cirrosis.
Causada por el consumo excesivo de alcohol, hecho con mucho arraigo en nuestra cultura y socialmente aceptado, en especial con el vino y con la cerveza.
Hay que desterrar la idea/creencia, de una vez por todas, de que un consumo moderado de alcohol es beneficioso para la salud.
Un consumo moderado de alcohol hace referencia a una UBE (Unidad de bebida estándar) al día en las mujeres y dos en hombres.
Una UBE equivale a 10 gramos de alcohol, aproximadamente una copa de vino (100 c.c) o a un vaso de cerveza (250 c.c). Un consumo superior puede ser suficiente para desarrollar hígado graso con el paso del tiempo y otras muchas enfermedades.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declara que cada año mueren 3 millones de habitantes en el mundo debido al consumo nocivo de alcohol o lo que viene a ser el 5,3 % de todas las defunciones.
Otras enfermedades que acarrea el consumo de alcohol son los trastornos mentales y comportamentales (incluso el propio alcoholismo) y enfermedades cardiovasculares.
Por tanto, cuanto menos alcohol, mejor.
Parte del alcohol se metaboliza en el estómago gracias a la enzima alcohol deshidrogenasa, si bien en su mayor parte lo hace por la vía hepática. El alcohol (etanol) se descompone en acetaldehído, un subproducto tóxico causante del daño hepático (y en otros tejidos) en forma de inflamación.
La cerveza es una bebida alcohólica a base de cebada fermentada, que contiene hidratos de carbono y gluten. El contenido de alcohol de la cerveza suele estar entre 3 y 11 º vol.
Pese a que faltan estudios específicos sobre el consumo de cerveza y su relación con el hígado graso, se puede deducir que si la cerveza se consume en exceso y de forma crónica, la relación bien pudiera ser directa.
Recomendación sobre el hígado graso y la cerveza
Para que puedas seguir disfrutando del sabor del aroma y del sabor de la cerveza tienes opciones como la cerveza sin alcohol o mejor todavía, la 0.0. Decir al respecto que, la cerveza sin alcohol debe tener un contenido de alcohol inferior al 1 %, una proporción muy por debajo de la cerveza habitual. En cambio, la cerveza 0.0 no puede tener una graduación superior al 0,04 %. Siendo ambas, las mejores opciones ante la forma tradicional para reducir el riesgo de desarrollar hígado graso alcohólico.
Hígado graso no alcohólico
Enfermedad, como ya vimos anteriormente, en la que se acumula grasa en el hígado por causas metabólicas, estrechamente asociada a enfermedades como la diabetes tipo 2, el sobrepeso, la obesidad, la hipertensión y el consumo de determinados medicamentos durante períodos prolongados, entre otros.
Tratamiento
La abstinencia es la principal estrategia a seguir con la esteatosis hepática alcohólica, sólo así puede llegar a revertirse la enfermedad, a lo que se añade un régimen terapéutico adecuado, el correspondiente soporte nutricional y la mejora de los hábitos alimentarios.
En cuanto al hígado graso no alcohólico, no existe una medicación específica por lo que su tratamiento consiste en el manejo adecuado de sus comorbilidades*, tomar correctamente los fármacos que se prescriban para tratar las alteraciones de los lípidos, la hipertensión, etc. Es fundamental perder peso en caso de padecer sobrepeso u obesidad, para disminuir a su vez la inflamación y la grasa acumulada en el hígado.
Acabando que es gerundio
A modo de conclusión, el consumo de cerveza y el de otras bebidas alcohólicas, no es inocuo para nuestra salud. La opción más segura es no consumir alcohol, pero para aquellos en que se trata de un hábito diario, no sobrepasar las cantidades moderadas diarias de 1 UBE en mujeres y 2 UBE en hombres es la recomendación eterna.
Seguir un estilo de vida saludable es esencial para poder revertir el hígado graso o bien evitar su progresión a formas clínicas más graves e incluso mortales. Seguir una dieta saludable, realizar ejercicio físico regularmente, controlar el peso corporal, limitar o evitar el alcohol y el tabaco son hábitos saludables con los que dar un primer paso.
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Y, recuerda que el tratamiento preventivo es siempre mucho mejor que el correctivo en términos de salud y de economía.
Una anécdota
Tomando una cerveza en Baden Baden, una alemana me explicaba al observar que tomaba una cerveza 0.0, que “para apagar la sed no es necesario tomar alcohol”, algo en lo que han caído sus compatriotas, pasándose cada vez más a las sin y a las 0.0”, ya que la ingesta calórica con las cervezas convencionales por la presencia de alcohol es mucho mayor y porque se están logrando aromas y sabores excelentes en las sin y 0.0.
La fotografía
MUSICANDO
- https://www.rtve.es/play/audios/cuando-los-elefantes-suenan-con-la-musica/ Guitarras 18.12.2023