El 11 de marzo la OMS declara la pandemia de coronavirus (Covid-19), que a su vez provoca también otra pandemia global de carácter estructural, organizativa, económica y social con un alcance todavía por establecer. El sector vitivinícola no es ajeno al mismo, también de forma integral, de ahí el motivo del artículo de hoy.
La parálisis está servida, nuestro país en alarma nacional desde el 14 de marzo.
LA FEDERACIÓN ESPAÑOLA DEL VINO
La Federación Española del Vino, ante la celeridad de los acontecimientos, comunica que: “dada la incertidumbre total sobre la duración e intensidad de las medidas de prevención, tanto nacionales como globales, la situación del vino ante la pandemia no es nada halagüeña”, con una parada del comercio exterior y del nacional.
Los hechos se suceden a una velocidad arrolladora en los últimos días, con España en situación de alarma nacional desde el 14 de marzo y, por tanto, lo publicado va perdiendo vigencia rápidamente. Desde la Federación Española del Vino (FEV), en boca de su director general, José Luis Benítez, señalaba a SeVi que, “dada la incertidumbre total sobre la duración e intensidad de las medidas de prevención, tanto nacionales, como globales”, la situación del vino ante la pandemia “no es nada halagüeña”. “Se ha paralizado el comercio exterior y ahora también el nacional”.
Si bien, el afrontamiento responsable del sector, con el mantenimiento de la actividad según permite el momento y el escenario actual, bien por la automatización de múltiples procesos en bodega, la implantación del teletrabajo para las tareas comerciales y de marketing entre otros, facilitan el mismo.
La incertidumbre complica todavía más este 2020, según ha comunicado el Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV).
Sin embargo, existe una temerosa resignación ante las consecuencias de este brote vírico internacional; y cómo serán los caminos que se abren ante lo que resta de un año 2020 que “ya estaba siendo muy complicado”, según señala a esta revista Rafael del Rey, el director general del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV). El crecimiento en valor, el comercio mundial más o menos estable en cuanto a volumen se refiere, pero la lógica preocupación de la desaceleración económica del gigante chino, el Grexit, los aranceles USA, la ralentización de la economía nipona a finales del 2019 y la nueva Ley del Vino en Rusia, resultan preocupaciones sumatorias de la probable pérdida neta, pese a que tuviera lugar una recuperación rápida tras el Covid-19.
Parada total en el escenario mundial para un sector cuya dependencia (más de un 50%) de su comercialización externa es brutal.
Y, si a ello añadimos el probable parón del consumo interior, lo sombrío del panorama aumenta, siendo una auténtica pena, más aún cuando en el último año se había conseguido recuperar. La red Horeca, responsable de más del 40% del consumo total, con su cierre global no nos da un buen augurio.
El consumo social del vino unido a la celebración no ha lugar por mor del Covid-19 por lo que tampoco tienen razón de ser las actividades promocionales y comunicativas que habitualmente lleva a cabo la red Horeca en primavera (abril).
Incertidumbre y crisis económica global, freno en los ingresos por parte de las bodegas, persistiendo coste y gasto, de entrada, mala cosa.
Más allá de las ayudas a las empresas en general y de las acciones de apoyo sectoriales, la nueva vendimia llegará inexorablemente, por lo que el vaciado de las bodegas obliga.
Cuestiones capitales al respecto, son la duración e intensidad de esta etapa crítica.
¿Qué ocurre por fuera?
En poco menos de 3 semanas se inician en Burdeos las labores de limpieza, higienización y poda de la viña, requiriendo una mano de obra que muchas veces no se halla disponible, más aún, teniendo en cuenta que deben tomarse medidas de precaución frente al Covid-19, como la restricción de la entrada de trabajadores extranjeros (españoles, rumanos y búlgaros).
Por ello, los viticultores galos ofertan trabajo a sus jóvenes con el señuelo de poder pasear y tomar el aire.
El problema es común y compartido por los viticultores de Burdeos,, Pomerol y de la Gironde.
Para facilitar e incentivar las contrataciones se oferta guardería para los hijos y el teletrabajo para los empleados susceptibles de ello.
En bodega, la supervisión de los almacenes, el trabajo final de laboratorio, el reemplazo y sustitución de las barricas prosigue su curso habitual.
La actividad comercial ralentizada, prácticamente cerrada al igual que la actividad enoturística.
El transporte de personal así mismo, se ha visto reducido a la mínima expresión.
Con un absentismo de casi el 30%, difícilmente pueden asegurar la realización de las labores de este tiempo y que precisan de bastante personal, pudiéndose ver comprometida la próxima cosecha, más todavía si cabe, al coincidir el pico de la onda epidemiológica en su pleno apogeo con el trabajo de viña y de bodega.
En pleno período de ensamblaje y de análisis de laboratorio, todo va al ralentí, más aún cuando hay que respetar las medidas de precaución contra el Covid-19, guardando los 2 metros de distancia, llevando a cabo la desinfección del material, incluso del tractor cuando pasa de una persona a otra, la comida, la distribución del gel alcohólico limpiador y el confinamiento en las diversas explotaciones. En suma, toda la cadena productiva se halla afectada. Por ejemplo, en la cadena de embotellado y en el laboratorio, dónde estaban 10 personas, en la actualidad, sólo hay dos. La lentitud preside la actividad.
A ver si les funciona el llamamiento a los jóvenes con aquello de trabajar en el exterior, al aire libre y en condiciones agradables.
Y, ¿ qué ocurre en el País de al lado ?
Portugal país vinatero por antonomasia, en el que las viñas están pidiendo papas, en plena fase crucial de la campaña 2020, ciclo vegetativo y factores medioambientales que exigen los primeros cuidados y tratamientos precisamente en plena pandemia del Covid-19. ¿Cómo conciliar el laboreo de viña y bodega y la necesidad obligada de impedir la progresión de la pandemia?
Nada mejor que tener buenas amistades. Me han hecho saber desde Sogrape Vinhos, las medidas tomadas al respecto.
Tras crear un Comité de Segurança e Crise compuesto por un equipo multidisciplinar a cuyo cargo queda mitigar los riesgos asociados a la transmisión del coronavirus Covid-19 y cuyos objetivos son la prevención, el control y la vigilancia del mismo.
Concretamente se ha establecido realizar las tareas agrícolas de forma individual y no en grupo, con la debida distancia de 2 m entre cada colaborador, utilizando mascarilla, de las que se ha provisto a cada uno de ellos.
El transporte del personal dentro de los viñedos y en bodega tiene lugar con una capacidad cubierta tan sólo a un tercio de la misma por vehículo.
Todo ello se acompaña de la implantación de un plan de comunicación dirigido a los trabajadores y operarios sobre medidas preventivas y pautas de actuación en casos de sospecha directa o indirecta.
En algunos departamentos de las áreas de logística, enología y viticultura, si no reúnen condiciones adecuadas para los trabajadores, en determinados casos el trabajo presencial se sustituye por el teletrabajo.
La utilización de mascarilla es obligada en los casos en que el trabajo exige determinada cercanía física y, obviamente en todas aquellas personas ajenas a las instalaciones, la limitación de la circulación de personas en zonas críticas (cadena de embotellado) completan las medidas tomadas.
La reducción temporal de los turnos y la obligatoriedad de uso de mascarilla en todos los lugares de trabajo indicados por el área de operaciones, con reorganización de espacios del proceso productivo en cuanto al aumento de las distancias físicas que también tiene lugar en el bar o cantina en los que los servicios de comida tienen lugar mediante autoservicio y el “take away”.
Todo ello con la monitorización constante de la red de abastecimiento de las materias primas y de las necesidades de producción, expedición y logística.
Musicando para mitigar la angustia
¡Saúde companheira/o!