No existe acto más frustrante para un Traumatólogo que el de una amputación física, la desarticulación, la sección, la ausencia, el “miembro fantasma”, el muñón de amputación…
Las amputaciones culturales, emocionales, sensitivas nos transforman casi, en seres despojados del sentido de trascendencia que tienen (o debieran tener) nuestras vidas (“La Huella del Dios”) y que la sexualidad lleva implícita consigo.
La sexualidad como conjunto de fenómenos relativos al instinto sexual y a su satisfacción forma parte del ser humano durante la totalidad de su ciclo vital, aún a pesar de la influencia del estructuralismo socio-cultural, que deja la sexualidad aparcada en las edades de exuberancia hormonal, precisamente las más consumidoras de sexo al por mayor; para reafirmarlo, véanse los anuncios de condones y condoñas aromatizados y saborizados, con briosos corceles de protagonistas principales, siempre con perfil “jeunesse”.
Estereotipos de una sociedad rígida y mojigata, que posterga y confina las edades productivas al paro y a la sexualidad a plazos y a las maduras a la sobremaduración de la uva, a expensas de la botrytis cinerea (podredumbre noble), pero aquella olvida, que esta hace unos excelentes vinos tokaj.
La compartimentalización vital confina al ser humano a lo estanco, a lo completamente cerrado, sujetos al monopolio de la producción o venta de mercancía (incluso la sexualidad), concedido por el Estado y, por eso tan amorfo e impreciso que se llama sociedad, administrado directamente por estos, como un lugar en donde se venden géneros estancados, especialmente sellos, tabaco y las antiguas cerillas.
Amputar tr. Cortar y separar enteramente del cuerpo un miembro o porción de él.
Mire usted, también las células, se reproducen, haciendo grande lo que en origen no lo parece tanto.
Pero, los seres humanos aún a pesar de sus limitaciones, son bastante más, su propensión “natural” a gozar de los placeres de los sentidos, sensualidad que se expresa mediante el erotismo o gusto por la satisfacción sexual.
¡Cuidado!, ser libre y expresarse libre, tiene peligro, con el “stablishment” hemos topado, hay que controlar. El afecto por el cuál el ánimo busca el bien verdadero o imaginado y que apetece gozarlo, ese sentimiento que atrae a una persona hacia otra con expresiones de amor, caricias y requiebros, llamado amor también libera.
El artículo en El País de Elvira Lindo comentando el libro de Anna Freixas (“Sin reglas”) es sumamente oportuno y clarificador respecto a los tabúes tradicionales, hablar de la sexualidad femenina con tono alegre desclasificando la información “basada en hechos reales y naturales” relaja y anima. La readaptación cultural queda pendiente.
Gracias a ambas