Primero fue el “Drake”, creado en el siglo XVI por el corsario británico, después “El tren”, una mezcla de ginebra, cebada y agua caliente a principios del siglo XX, pero el arte del cóctel cubano eclosionó hace cien años y desde entonces ha hecho famosa a la isla, a esa querida isla de todos los hispanos y otros…
La introducción en 1920 en Estados Unidos de la prohibición (la Ley Seca), que prohibía la elaboración y venta de alcohol hasta 1933, representó para Cuba un enorme auge, dado que la prohibición en suelo estadounidense, hizo que su turismo acudiera a Cuba, y así, La Habana se convirtió en la capital del arte de la coctelería, según comenta José Rafa Malén, que con sus 70 años, es Presidente de la Asociación de Bartenders de Cuba. “Los camareros vinieron, los dueños de los bares vinieron, algunos incluso abrieron sus bares en el lugar”.
En 1924 se creó el Club de Bartenders de Cuba, el primero en América Latina y el segundo del mundo. Otro elemento clave fue la producción en la isla de un ron ligero, allá por 1862, elaborado a base de melaza que sirvió de base para muchos cócteles. Es en el sureste insular, en Santiago de Cuba, en donde se forja la cuna de este ron ligero que se sirve en una copa de cóctel. Unos años más tarde, Constantino Ribalaigua, el “Constant”, otro migrante español, el que agregó hielo picado y una gota de marrasquino*, un licor a base de cereza. El hielo picado, ideal en el clima tropical de la isla más grande del Mar Caribe, representó una novedad de gran calado, inmortalizando el daiquiri, según cuenta Alejandro Bolívar, con 59 años cronológicos y una treintena de cantinero en el Floridita, uno de los bares históricos del centro de La Habana, por cierto, el preferido de Ernest Hemingway (1899-1961). Constante debutó como camarero en el año 1914, antes de adquirir el establecimiento, hoy en manos del Estado cubano. Cerca de allí, Sloppy Joe’s, frecuentado hasta la década de 1950 por estrellas de Hollywood, reabrió sus puertas tras décadas de cierre, en el 2012.
Los nuevos cócteles, la ampliación de los clásicos
Daiquiri, cuyo nombre procede de un pueblo próximo a Santiago de Cuba, es, en la actualidad, reconocido como el cóctel nacional de la isla, junto a una docena más. Entre ellos el famoso mojito, cuyo antepasado es, según algunos historiadores, una bebida que se obtiene de la mezcla de brandy y hojas maceradas de menta, utilizado como medicamento por el corsario británico Francis Drake* (1496-1540) durante una breve estancia en Cuba allá sobre el 1586. O Cuba libre (con ron helado, coca-cola y una gota de limón), que apareció con la introducción de la coca-cola en el país tras la independencia de la Corona Española en 1902.
Los cócteles saoco, presidente, ron collins*, Havana special, isla de pinos, Mary Pickford, mulata … Amplía la lista de clásicos. Lo cual no impide la creación de nuevas bebidas: en el año 2003, el cubano Sergio Serrano Rivero ganó el campeonato mundial de cócteles con una bebida llamada Adán y Eva (con ron, licor de manzana, vermut blanco y angostura). A medida que el turismo cobra fuerza en Cuba, los turistas acuden una vez más a la pequeña sala del Floridita*, junto a un Hemingway de bronce apoyado en la barra, donde los camareros vestidos de rojo impresionan con su seguridad gestual. Hemingway, el nobel de 1954, bebió un daiquiri elaborado a petición suya sin azúcar, doble dosis de ron, jugo de toronja y un toque de marrasquino, recuerda Alejandro Bolívar: “Trabajar en este bar es motivo de orgullo para los bartenders de toda Cuba, por eso lo llamo el santo de los santos”, al decir de José Rafa Malén.
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