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CUATRO COLORES PARA DECODIFICAR A PERSONAS

Modelo de comunicación de Claude Elwood Shannon y Warren Weaver (1949), representa la fuente de la información, el codificador que envía el mensaje a través del medio de comunicación o canal de comunicación, el cual podría ser interrumpido o distorsionado por el ruido (representado en el rayo que cae) y que llega a un decodificador y de este al receptor el cual podría emitir a su vez una respuesta.

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En el trabajo, con familiares y amigos, algunas situaciones requieren que la lengua se mueva siete veces en la boca antes de hablar.

Entre lo que decimos y lo que entienden nuestros interlocutores, a veces existe un abismo. ¿La causa? Rasgos de personalidad y la forma en como actuamos.

La comunicación es un ejercicio complejo, conversar exitosamente y trasladar nuestras ideas al cerebro de otr@ puede llegar a ser un ejercicio harto difícil y, más aún cuando los interlocutores tienen dos personalidades diametralmente opuestas.

Todos solemos cometer el mismo error: hablar con los demás del modo en que nos gustaría que nos hablaran a nosotros. Buena parte de nuestros conflictos provienen de malentendidos, resultado muchas veces también de nuestras diversas formas de operar y actuar, por lo que, ¿qué tal si intentamos conocer nuestra propia forma de hacer las cosas así como la del interlocutor antes de hablar? Élodie Bancelin explora una herramienta de evaluación psicológica, el DISC, desarrollada por el psicólogo y abogado norteamericano William Moulton Marston (1893 – 1947), se trata de una plantilla que utiliza colores para clasificar diferentes personalidades.

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Entre un rojo autoritario y seguro de sí mismo, un amarillo frívolo y algo vacilante, un verde resistente al cambio y un azul fanático del control, los mensajes, a veces, tienen problemas para encontrar a su destinatario. Con amigos, en la oficina o en casa, el autor nos regala multitud de consejos para comunicarse con éxito y con aquellos que no se parecen a nosotros.

Puede decirse que son ocho los colores porque tras llevar a cabo la prueba, la mayoría de los individuos descubren que corresponden a dos colores. Así pues, dentro de los principales, el rojo, para el dominante, una personalidad llena de energía, extrovertida, que no duda ni un instante en expresar su ego, generalmente piensa que tiene razón y no duda nada en ser autoritario.

El amarillo es el influyente, un maestro en el arte de la comunicación. Cuando habla, acapara todas las miradas, un optimista por naturaleza, bastante tranquilo, muy sensible y dependiente de la mirada de los demás en oposición al concienzudo azul que tiende a ver problemas en lugar de soluciones, excesivamente cauteloso, requiere analizar para controlar mejor, lo que le impide, las más de las veces, tomar decisiones.

Finalmente, el verde es el estable, el más empático de todos, incluso si todos pueden mostrar amabilidad. Debido a que necesita ser útil a los demás, habla poco de sí mismo, pero sacraliza la escucha y el consejo. Cada uno de estos tipos de personas habla un idioma específico para su color y, naturalmente, las palabras de cada perfil no necesariamente sintoniza con los demás.

Cada uno de nosotros tiene su propia percepción de la realidad, vista a través de filtros, pensando que esa es la única realidad, la auténtica y, por ello a menudo hablamos con las personas como nos gustaría que nos hablaran a nosotros y, a la vez, ellos por su parte esperan que hablemos con ellos como les gustaría que se les hablara.

Tomemos el ejemplo de dos amigos, una persona verde (compasiva y dedicada a sus seres queridos) que acude a su amigo rojo (estratégico y franco) para encontrar apoyo moral. Inevitablemente, uno molestará al otro. Para el rojo, la solución está en la acción: prefiere ayudar a su interlocutor a volver a la silla de montar en lugar de llorar por su desgracia. Solo al hacerlo, puede parecer insensible a la angustia de su amigo, y este último probablemente lo tendrá en contra.

Por tanto, analizar el comportamiento propio y el de los demás, como exige el método DISC, es desarrollar voluntariamente la inteligencia emocional para enfrentarse a todo tipo de personalidades. Pero lo hacemos sin dejar de ser nosotros mismos conscientes de nuestras cualidades y necesidades. Adaptarse no significa parecerse al otro, ni significa silenciar para escucharlos mejor. En realidad, solo hay un perfil que podría sobre adaptarse hasta el punto de perderse y, ese es el estable el verde, porque teme tanto los conflictos que puede echarse atrás para evitarlos.

En el trabajo y en nuestra vida privada, solo vemos del otro, sus comportamientos, sus palabras o sus actitudes. Nos apresuramos a decir que fulano se comporta mal si no se adapta a nosotros. El método de los cuatro colores da las claves para entender mejor las personalidades que a priori pensamos que son difíciles, y así evitar disonancias, los negocios suelen ser un ejemplo de ellos. Imagina por un momento a un empleado verde (tranquilo y equilibrado) trabajando en equipo con un directivo rojo (conocido por su velocidad de acción y obsesión por el resultado). Sin reconocimiento ni cuidado, el empleado se verá rápidamente abrumado por la personalidad apremiante de su superior y su actividad se paralizará.

Cuando entendemos las motivaciones y razones que existen tras los comportamientos de los demás, se hace más fácil escalar en la relación. Mientras que al principio, emitimos un juicio negativo sobre nuestras diferencias, se nos hace posible valorarlas para terminar viendo en la oposición una forma de complementariedad, descubriendo que cada color puede aportarnos algo.

En cualquier caso podemos facilitar nuestras interacciones cuando no podemos hacer otra cosa. Con un familiar o con un superior jerárquico, por ejemplo, aprendemos a movilizar el color correcto en el momento adecuado: lo que nos permitirá entrar en su campo. Pero es bastante raro llevar a cabo y formalizar relaciones fuertes entre personalidades divergentes. Si tu pareja o mejor amigo se opone a ti en el DISCO, es porque tu color secundario (la mayoría de nosotros estamos definidos por dos colores y no por uno) te une, y es para ambos un terreno común.

  • Pourquoi on ne se comprendre pas?, Ed. Larousse, 250 p., 18,95 euros. Alix Lefief-Delcourt.
  • Emotions of Normal People, William Moulton Marston. 1928.

MUSICANDO

La fotografía

TOURESPAÑA. La iglesia. Betancuria

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