Estilo de Vida

COSTE DE OPORTUNIDAD

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En economía, el coste de oportunidad o coste alternativo designa el coste de la inversión de los recursos disponibles a costa de la mejor inversión alternativa disponible, o también el valor de la mejor opción no realizada.

Se basa en el principio de la rentabilidad esperada.

 Ello implica rechazar mostrarse en contra de algo que se nos ofrece o propone.

Por similitud son sinónimos: rebotar, repeler, rehusar, declinar, desestimar, denegar o desechar.

Lo opuesto es estimar, atraer o aceptar.

No es fácil ser un consumidor informado y consciente, rodeados como estamos de tantos estímulos incentivadores, cual canto de sirena.

Conminados a optar por los mejores productos, muchas veces “sostenibles” en esta maraña nada fácil de etiquetas, marchamos y otras vestimentas de los productos.

Pero pese a ello hay que indagar en el origen de los mismos, su fabricación /elaboración, procesado y normas éticas, carencia de aditivos químicos potencialmente tóxicos.

Consumir sostenible utilizando algunas reglas sencillas y nuestro sentido común, muchas veces adormecido por el sonsonete publicitario de turno.

Artículos que no deberíamos adquirir

  1. Los que innecesariamente nos complican la vida. Electrodomésticos de una utilidad prácticamente nula: suavizantes para la ropa (que las más de las veces el único valor que aportan es el prurito), abrillantadores de lavavajillas, licuadora, vaporetto, robot de la limpieza.
  2. Los que resuelven problemas inexistentes. Comida rápida, aspirador turbo-ciclónico. Actualmente disponemos de más tiempo que nuestros ancestros, tanto para cocinar como para realizar las tareas del hogar.
  3. Los que agravan problemas que dicen solucionar. Ambientadores que las más de las veces lo único que hacen es cargar todavía más el aire del hogar de potenciales moléculas nocivas para la salud. Cuanto mejor ventilar sin más. Cosmética con aditivos químicos y conservantes agresivos así como de partículas abrasivas de polietileno.
  4. Los que nos dan gato por liebre. Sobre todo por parte de la industria agroalimentaria: adulteración y falsificación de los alimentos: “eco”, 100% natural, cuando en lugar de ser queso no es otra cosa que una emulsión de grasas lácteas y de otro origen (nos la dan con queso) o el jamón de york cuyo contenido cárnico es de tan sólo un 50%.
  5. Los que están sobredimensionados. Cajas de cáncamos con 40 unidades cuando lo que realmente necesito son cuatro para colgar otros tantos cuadros, esos frigoríficos enormes para dos pobres ánimas, que consume energía a raudales e innecesariamente, los coches diésel más pesados de lo realmente necesario para transportar a otras dos tristes figuras de tan apenas 70 kilos per cápita, con mayor consumo energético y más contaminante.

Todas son opciones personales difíciles de cambiar por tratarse de actitudes que forman parte de la cultura material e inmaterial.

De cumplir las propuestas anteriores, el ahorro dinerario que supone introyectar el concepto del llamado coste de oportunidad en nuestras decisiones de compra, revierte en el incremento exponencial de la salud planetaria y la propia y, tan solo respondiendo a las siguientes preguntas:

  • ¿Lo necesito de verdad?
  • ¿Me facilita la vida o me la complica?
  • ¿Tiene que ser así de grande o me arreglo con un tamaño menor?
  • Y, así sucesivamente…

 El dinero que ahorres lo puedes dedicar a adquirir lo que auténticamente te gusta, necesitas y te satisface. Todo a tu propia medida.

Y, recuerda ese coste de la alternativa a la que renunciamos cuando tomamos una determinada decisión, incluyendo los beneficios que podríamos haber obtenido de haber escogido la opción alternativa.

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