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CAMBIO CLIMÁTICO EL VINO ESPAÑOL INTENTA ADAPTARSE

 

viñedos altitud

¿Deberemos cosechar cada vez más a mayor altitud? Ante el recalentamiento del planeta y el cambio climático, el viñedo hispano intenta dar respuestas que implican la renovación integral de su modelo productivo.

 Desde hace más de un siglo, la familia de Joaquín Gay de Montella produce vino en Cataluña. Pero debido al cambio climático se ha visto obligada a cultivar sus viñedos al pie de los Pirineos, a unos 1200 metros de altitud en la vertiente norte de España. En Sant Pere de Ribes, el viñedo Torre del Veguer, en un mes de agosto con un calor húmedo, una decena de operarios agrícolas recogen a mano los racimos de uva blanca. “En estos últimos años, las vendimias se han adelantado unos 15 días”, lamenta Joaquín Gay de Montellá Estany, director de la bodega que produce vino biológico. Desde el año 2008, la familia decidió cultivar en un plantío de vid de 10 hectáreas junto a los Pirineos.

Un aumento de temperatura sin precedente alguno

En 60 años, la temperatura media ha aumentado en España 1,3 grados, el viñedo de mayor extensión del mundo (961.000 hectáreas) y el tercer productor mundial según la Organización Internacional de la Viña y del Vino (OIV), con efectos devastadores en el sector vitivinícola. “En primavera, las temperaturas son más elevadas, las precipitaciones más débiles. La uva logra graduación alcohólica más elevada, el pH aumenta, la acidez disminuye, debiendo cosechar con prontitud con el objeto de evitar un contenido alcohólico excesivo”, según comenta Fernando Zamora, profesor de enología de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona. El problema central es que las uvas maduran sólo parcialmente.

A la cabeza está la familia Torres, empresa vinícola que cuenta con más de 1.300 hectáreas en diversos países. Miguel Torres comenzó a plantar viñas en 1998 en Tremp, al pie de los Pirineos, a unos 160 kilómetros de la empresa madre situada en Vilafranca del Penedès. “Inicialmente pensábamos que a esta altura las uvas no maduran”, según cuenta Xavier Admella, responsable de las 127 hectáreas que la familia Torres posee en la localidad leridana. El cambio climático comporta una pérdida media de un grado a los 100 metros de altura, permitiendo conservar una excelente acidez en las variedades blancas y equilibrar los vinos producto de ensamblaje en los viñedos de terruños más cálidos.

Otra solución del grupo para adaptarse al cambio climático para seguir vendiendo en 150 países, es disponer de un laboratorio para conservar y poner en valor antiguas variedades de uva, prácticamente desaparecidas, mediante cultivo in vitro. Una de las variedades que se desarrolla magníficamente en terruños de altura ya ha sido plantada en los viñedos de Tremp para producir vinos de altura al 100%.

La desaparición de algunas regiones vitícolas

Esta lucha adaptativa contra el cambio climático implica redoblar la inventiva y la creatividad por parte de los viticultores, implicando un coste sumamente elevado, por lo que las demandas de ayuda al gobierno central y a las Comunidades Europeas se ha incrementado de forma notoria ante un futuro tan incierto.

Para Joaquín Gay de Montellá, el futuro de la viticultura pasa por la prospección de zonas de altura para plantar viñedos y la investigación de variedades de uva de maduración tardía. Lo cual no excluye el que algunas regiones productoras de vino, en especial las situadas al sur de la península puedan dejar su actividad.

Fernando Zamora intenta ver la botella medio llena, con un cambio climático que obligue a trasladar sus viñedos, a elaborar el vino de forma diferente a como lo hacían sus padres y abuelos, investigando nuevas técnicas para lograr mejores vinos.

Somontano

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