El alcohol afecta negativamente de diversos modos, más incluso cuando se ingiere en exceso. La clásica resaca con náuseas, vómitos y dolor de cabeza suelen ser comunes. Pero si te sientes mal de forma inmediata tras la toma de alcohol, puede indicar la existencia de alergia al alcohol o intolerancia a uno o varios de sus componentes. Vamos a verlo.
La intolerancia tiene lugar cuando nuestro organismo no dispone de las enzimas adecuadas para metabolizar (descomponer o procesar) las toxinas presentes en el alcohol, lo cual tiene lugar bien por rasgos genéticos o como reacción a causa de otros componentes que se intoleran.
La alergia al alcohol, como tal, no desencadena este tipo de respuesta y, sí, los sulfitos y la histamina que se hallan en algunas bebidas. Sustancias que no estimulan el sistema inmunológico, pero sí otros sistemas de respuesta no inmunológica en que (a diferencia de la alergia), no se activan los anticuerpos.
¿Cómo tiene lugar?
La metabolización del alcohol tiene lugar en gran medida a través del hígado, el cual procesa más del 90 % del alcohol que consumimos. Una pequeña parte también se excreta a través de los pulmones, la piel y los riñones con la orina. Cuando ingerimos alcohol, este no es puro, sino una mezcla de diversas sustancias que, ocasionalmente, determinadas personas no pueden metabolizar.
El acetaldehído es un metabolito producido en el proceso de degradación del alcohol y es sumamente tóxico. Habitualmente, nuestro organismo no presenta problemas para metabolizar el alcohol, (bebedor moderado), no obstante, si la persona es intolerante al alcohol, puede presentar dificultades para lograr su descomposición y, así, el acetaldehído se acumulará indefectiblemente.
Legados a este punto, cabe indicar que existe lo que los médicos denominamos como histaminosis*no alérgica, en que el alcohol inhibe la función de una enzima intestinal, la diaminooxidasa (DAO), que se encarga de la degradación de la histamina intestinal. Los individuos pueden tolerar una cierta cantidad de alimentos que contienen histamina, que por encima de ella, desarrollará síntomas. Además, si esta enzima es deficitaria y es inhibida por el alcohol, la persona que aqueja este trastorno puede presentar manifestaciones en forma de síntomas pseudo alérgicos al consumir alcohol como prurito cutáneo, enrojecimiento (“flushing”) o/y dolor abdominal.
En otras ocasiones, puede provocar una reacción a los propios alimentos con los que se elabora la bebida, como la cebada, el trigo, el lúpulo de la cerveza, la manzana de la sidra o las uvas del vino. Semejantes reacciones han sido descritas en pacientes con antecedentes de alergia a los himenópteros (abejas y avispas), por poder contener restos de los mismos en la elaboración del vino o en pacientes alérgicos al huevo (cuando se utiliza como agente clarificador del vino la clara de huevo.
Síntomas de la alergia al alcohol
Con síntomas de aparición rápida, los que aquejan pseudo alergia presentan edema (hinchazón) de la nariz y de los labios, taquicardia, enrojecimiento de la cara, ronchas en la piel y dificultad respiratoria (sobre todo en personas asmáticas), congestión o goteo nasal, mareo, desmayo, hipotensión, naúseas, vómitos y diarrea.
Complicaciones de la alergia al alcohol
De acuerdo con la causa, con el motivo, las complicaciones pueden ser: la aparición de migraña (contenido de histamina de algunas bebidas alcohólicas), reacciones alérgicas graves (anafilaxia*), susceptibles de intervención médica urgente.
Como hemos visto, las alergias al alcohol son raras y los casos registrados consisten en esencia en una erupción cutánea, si bien, lo que a veces causa cierta extrañeza es la aparición de respiración silbante, dolor de cabeza y un llamativo enrojecimiento de la piel. La histamina, muy presente en los vinos tintos, es la causante sobre todo en los intolerantes a la histamina. También las levaduras pueden ser causantes, pero en baja medida. Si hay que tener en cuenta que el alcohol exacerba enfermedades subyacentes como el asma bronquial, la urticaria y la rinitis.
También el whisky, la cerveza y otros vinos pueden causar la sintomatología.
Hay que remarcar que los sospechosos habituales no son las moléculas de alcohol, sino unas sustancias químicas enigmáticas, llamadas congéneres, responsables del cuerpo, aroma y el sabor de la bebida alcohólica, con un papel muy sutil y significativo en el desarrollo de las reacciones alérgicas.
El dióxido de azufre, muy presente en cervezas y en vinos caseros, particularmente en forma de metabisulfito sódico, es otro de los responsables. Valga de ejemplo el hecho de que uno de cada diez asmáticos presentan respiración silbante en respuesta a los sulfitos, siendo las erupciones en la piel y la anafilaxia la excepción que confirma la regla.
A recordar: los sulfitos son uno de los 14 alergenos que deben figurar en negrita en todos los alimentos preparados y restaurantes de acuerdo con la normativa europea.
Respecto a los aditivos, decir que sustancias como la tartrazina y el benzoato sódico son posibles desencadenantes del asma y de la urticaria. Las personas sensibles a ellas deberán controlar la posible existencia de las mismas en los alimentos y bebidas (uvas, manzanas, bayas de enebro, cocos, naranjas, lúpulo o malta, que pueden contener alergenos de origen vegetal, si bien, en su mayor parte se destruyen durante su procesado.
Una excepción, pese a ser poco frecuente, es el problema potencial que plantean las esporas fúngicas, el moho de los corchos de las botellas de vino. Una sensibilidad poco frecuente, pero posible, sobre todo cuando el corcho se halla cargado de moho visible.
Wanted
Hay que buscar al responsable y desde luego evitar las bebidas alcohólicas en quienes se enfrentan al problema. Llevar un registro minucioso del tipo de bebida, los acompañantes y las actividades físicas realizadas para ayudar a identificar los desencadenantes responsables.
En el caso de que parezca que las bebidas alcohólicas induzcan estas reacciones, cabe pensar en una respuesta exagerada al alcohol o en una exacerbación de una afección subyacente.
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