VALENTÍN FUSTER/DIRECTOR GENERAL DEL CENTRO NACIONAL DE ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES CARLOS III (CNIC). PARTE I
Director del Instituto Cardiovascular del Hospital Mount Sinaí de Nueva York.
«Ha estrenado en Cardona el auditorio de su nombre con el curso magistral sobre enfermedades cardiovasculares, organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, abogando por intensificar el abordaje de las enfermedades cardiovasculares, principal causa de muerte en los países desarrollados.
«Prevenir y educar, repite sin cesar, desde Cardona, municipio de apenas 5.000 habitantes, donde toda la promoción socio-económica de la ciudad pivota sobre el cuidado de la salud, desplegando la iniciativa «Cardona Integral». Fuster libra una de sus mayores y mejores batallas: «Mi obsesión es la gente joven. Lo que estamos haciendo actualmente es cambiar una cultura: promover la salud y crear motivación en la gente joven», camino largo pero con un empeño claro y firme.
. Pregunta de la periodista Jessica Mouzo Quintáns: Dice que la forma de abordar la epidemia cardiovascular ha de cambiar. ¿Qué ha fallado?
Valentín Fuster: las enfermedades cardiovasculares están aumentando, lo que quiere decir que es un problema a muchos niveles. El primero es económico: la gente vive más tiempo porque tratamos mejor pro los medicamentos son muy caros y será muy difícil el mantener una financiación de un sistema de salud simplemente entrando en la enfermedad demasiado tarde. La tendencia ahora, por razones económicas, es identificar gente en riesgo y promover la salud desde los individuos más jóvenes.
Periodista (P): ¿En eso están trabajando?
VF: trabajamos en comprender qué es la salud, intentamos saber cuáles son las características científicas que mantienen la salud. El aspecto económico está marcando la ruta: será más económico y barato el poder identificar a la gente antes, a edades más tempranas, y promover la salud entre los niños.
P: ¿La gente es irresponsable con su salud?
VF: No somos muy responsables de nuestra salud, individualmente hablando. Estamos en una sociedad de consumo donde es más fácil no cuidarse que cuidarse.
Ahora estamos utilizando tecnologías de imagen para identificar quién tiene ya la enfermedad o riesgo cardiovascular, para cambiar sus factores y sus hábitos. Y cuando un individuo sabe que está desarrollando la enfermedad, vemos como puede modificar los factores de riesgo.
El problema es que esto es muy complejo en los adultos porque no cambiamos fácilmente de hábitos, incluso sabiendo que tenemos la enfermedad.
P: ¿Es posible, realmente, reducir los factores de riesgo (tabaco, obesidad, colesterol, presión arterial alta, sedentarismo …?
VF: Sí se pueden cambiar los hábitos, pero es muy difícil en los adultos. Hemos hecho dos proyectos donde vimos que el espíritu de comunidad es absolutamente crítico. Por ejemplo, reuniones como las de los alcohólicos anónimos las hacemos para otros temas de salud. Lo hicimos en Cardona y otros siete municipios españoles. Son grupos de diez que se reúnen (por ejemplo, uno obeso, otro hipertenso y otro con el colesterol alto) y se ayudan.
También llegará un momento en el que tendremos que dominar la industria alimentaria, entrar en la legislación. Medir la presión arterial debería ser obligatoria.
P: ¿Falla la educación?
VF: En adultos, cuando entras individualmente, consigues poco. Pero el que es realmente fértil es el niño. Estamos trabajando con 50.000 niños de diferentes lugares del mundo para enseñarles desde los 3 años hábitos de vida saludables. Son 70 horas de trabajo en 6 meses y funciona. Estas edades son la ventana de la oportunidad.
P: ¿Dónde queda la predisposición genética?
VP: Es importante, pero no tiene que ser una excusa. Hemos publicado dos estudios en The New England Journal of Medicine que dicen que un individuo genéticamente predispuesto a una enfermedad cardiovascular, si se cuida baja a la mitad los eventos cardiovasculares. No hay duda de que la genética es importante pero si se cuidan los factores de riesgo baja la mortalidad.